¿Qué fue de Londres 2012? O mucho peor, qué hay de lo vuestro (nuestro, lo de toda la ciudadanía sin distinción y a favor de la igualdad plena) después de la lluvia de medallas de este mismo verano. Por qué después de esas portadas y más portadas en las que se evidencia que el deporte femenino continúa brillando mucho más que el masculino en este país, seguimos sin apenas avances en esa equiparación tantas veces mencionada.

¿Para cuándo una legislación en el ámbito deportivo, que logre recoger el testigo a medidas que en otros ámbitos de nuestra sociedad sí que han incentivado la igualdad de condiciones para mujeres y hombres? Los Juegos Olímpicos de Río 2016 no hicieron más que ratificar la tendencia iniciada en la capital británica cuatro años antes, la de que el deporte en femenino vive en España una etapa histórica.

Ayer volvía a repetirlo, en una entrevista, la jugadora cántabra Beatriz Pérez. Con la aún reciente medalla de bronce en el Mundial de Hockey Hierba, la MVP del encuentro decisivo subrayaba que, por encima de la lucha por superar nuevos retos, su selección persigue que a las mujeres se les valores «como a los deportistas masculinos, ni más ni menos». Lo mismo podrían decir las internacionales de baloncesto, waterpolo o las de los combinados inferiores del fútbol femenino (con sus también recientes medallas mundiales y continentales). Las palabras de Beatriz podrían tener el acento de Carolina Marín, de María Pérez, Julia Takacs o Ana Peleteiro. Es una lista que no deja de crecer y crecer. La que, afortunadamente, mantiene sin fecha de caducidad el lema que viene de Londres: «Soy española, ¿en qué deporte quieres que te gane?».

Pero todas esas portadas y más portadas, esos minutos que tradicionalmente no tienen muchas de esas disciplinas minoritarias en los informativos de mayor audiencia, parece que no tienen peso alguno. Es como si tanta energía, tanta emoción acumulada, se diluyese con la misma facilidad que sube un globo de helio a la atmósfera en mitad del recinto ferial. Acaba la traca y a esperar otro año. Demasiados sueños rotos, demasiadas décadas de sacrificio para tan poco rédito hacia un objetivo común.

Duele como ciudadano observar que ni siquiera se consiguen avances allí donde el dinero no es ni mucho menos escaso, en la reunión del fútbol español donde se intentaba dar forma a un primer convenio colectivo propio para las mujeres que practican este multitudinario deporte. Hace apenas unos días hemos podido observar, con tremendísima vergüenza ajena, cómo en la sede del Consejo Superior de Deportes no se pudo ni siquiera constituir una mesa de negociación.

Los portavoces de los dos sindicatos de futbolistas españoles, AFE y Futbolistas ON, David Aganzo y Juanjo Martínez, expresaron sus diferencias internas y hasta se aireó un supuesto comentario machista del primero a una jugadora de Segunda: «Tú que vas a saber, tú no tienes ni idea». Se han emplazado unos y otros a reunirse el 25 de octubre. Pero parece poco. Seis años han pasado desde Londres. Y de aquello, ¿qué?