La presunción de que los tribunales, y de forma especial el Supremo, están libres de hipotecas y no se ven mediatizados por ningún otro poder político o fáctico, resulta siempre fundamental, pero más aún en vísperas del juicio contra el secesionismo catalán. Por eso el desenlace del asunto del coste de las hipotecas tiene una importancia que desborda la cuestión en sí. En principio la convocatoria del pleno es adecuada a la vista de la contradicción entre el criterio histórico sobre el asunto y el nuevo criterio, sin que la cuestión de fondo deba abordarse bajo un prejuicio de buenos (los deudores) y malos (la banca), sino bajo la interpretación correcta de la Ley. A día de hoy el Supremo aparece ante la opinión como hipotecado por el poder de la banca. No sólo deberá acertar, sino convencer de que está libre tanto de esa hipoteca como, por el otro lado, de la presión del populismo.