LA FUERZA DE LA FALTA DE AMOR

Leo en internet un post que dice: «La ley del aborto no obliga a nadie a abortar. La ley del divorcio no obliga a nadie a divorciarse. La ley del matrimonio homosexual no te obliga a ser gay. Las leyes que otorgan derechos no hacen daño. Lo que hacen daño son las prohibiciones de derechos». Que argumentos tan tontos como estos convenzan a alguien es lo que me hace temer a otro Tercer Reich, la verdad. De modo que, si la ley permitiera comernos a los niños de una etnia al horno, como a los cochinillos en Navidad, no por eso nos obligaría a comérnoslo. Y por lo tanto, la ley que otorga este derecho no es mala sino todo lo contrario. ¡Vamos, hombre! A ver, sin entrar a valorar ninguno de los puntos a los que alude este post, esto me ratifica en la idea de que toda búsqueda está condicionada por lo que se quiere encontrar. De forma que, por peregrino que sea lo que se halle, uno se aferra a aquello que le confirma la idea que ya existía en su mente. Y me recuerda que cuanto más se sabe, más grietas se ve en todo. Y cuanto menos, más firmemente se dogmatiza con simplezas. Como conclusión diré que uno se deja abducir el cerebro por este tipo de argumentos, como dijo Erich Fromm, por falta de amor a sí mismo.

Venancio Rodríguez SanzMálaga