ELn el año 1978 la credibilidad de los medios norteamericanos alcanzó su nivel más alto, según el informe anual que realiza Gallup desde 1972, con un 72% de la población que decía confiar en los medios de comunicación “mucho” o “bastante”. Desde ese momento, con algunos pequeños dientes de sierra, el descenso de la confianza en los medios ha sido lento pero constante, alcanzando el punto más bajo en 2016, cuando se situó justo en la mitad, en el 32%.

Según las encuestas realizadas por Gallup y por otros organismos independientes en los últimos años, la confianza en los medios comienza a recuperarse y en 2018 ha crecido ya en EEUU hasta un 45%, la cifra que tenía en 2008, justo antes de la extraordinaria crisis que sacudió los cimientos de la economía mundial e inauguró un nuevo ciclo global de cambios políticos y sociales.

No obstante, analizando en detalle los datos ofrecidos por Gallup, observamos dos indicadores significativos; por un lado, existe una gran brecha entre los republicanos y los demócratas que ha ido aumentando a lo largo de los años y especialmente tras la llegada al poder de Trump: los primeros confían mucho menos en los medios que los segundos. Por otro lado, se advierte otra brecha, la generacional, que se va agrandando; si hace 20 años no existían diferencias reseñables entre los grupos de edad, ahora los jóvenes entre 18 y 29 años confían en los medios 10 puntos menos (un 38%) que los mayores de 65 años (un 48%).

¿Qué genera desconfianza?

El informe Trust, Media and Democracy de la Knight Foundation, publicado en septiembre de este año intenta explicar las razones de la falta de confianza de los norteamericanos en los medios de comunicación y algunas de las conclusiones del mismo, aunque predecibles en gran medida, son verdaderamente interesantes. Según la Knight Foundation, la desconfianza de los lectores y usuarios se debe principalmente a dos percepciones; la parcialidad en las informaciones y la falta de precisión de las mismas. Es decir, la mayoría de la gente que ha dejado de confiar en los medios, lo ha hecho porque tiene la impresión de que los contenidos que estos les ofrecen no reflejan fielmente la realidad y/o porque entienden que sus informaciones responden a intereses ajenos a los puramente informativos.

Es interesante remarcar en este sentido que los encuestados distinguen perfectamente la orientación ideológica o editorial de los medios (que no genera per se falta de credibilidad) de lo que consideran manipulación o sesgo ideológico de las coberturas. De hecho, y esto también es interesante, la gente, siempre según este estudio, tiende a no considerar fiables las informaciones publicadas en medios expresamente militantes o muy marcados ideológicamente, aunque coincidan con su punto de vista.

No cabe duda de que muchos de los condicionantes que se dan en Estados Unidos, un país que en muchas ocasiones adelanta las tendencias que posteriormente se reproducen en otros contextos, existen también en muchas sociedades occidentales.

De hecho, si analizamos nuestro entorno más cercano, el ciclo que inauguró la crisis económica y el 15-M, que supuso un auténtico vuelco en la política y la sociedad española, aceleró una crisis de confianza provocada por el cuestionamiento del statu quo y por la creciente polarización política. Y este nuevo escenario ha supuesto un auténtico reto para la credibilidad de los medios españoles, que se encontraban en ese momento -y aún se encuentran- inmersos en una transición motivada por los nuevos hábitos de consumo digital, atrapados en un modelo económico en el que se había impuesto la gratuidad, y condicionados, en buena medida, por las audiencias que provienen de las redes sociales y buscadores, lo que genera dinámicas editoriales que en algunos casos, aunque puedan aportar audiencia, pueden ser contraproducentes a medio plazo para recuperar la confianza perdida.

Así, según el informe anual Digital News Report, publicado por Reuters, que recoge los hábitos y opiniones de los internautas, el nivel de credibilidad de los medios en España se encuentra en 2018 en un 44%, es decir, menos de la mitad de los encuestados dicen confiar en las noticias que leen en los medios de comunicación.

El cambio de modelo

El cambio que se está comenzando a producir en los EEUU viene acompañado en el tiempo por la consolidación del modelo de pago a través de suscripciones; el ejemplo más significativo probablemente sea el del New York Times cuyo número de suscriptores no deja de crecer y que triplicó las suscripciones entre el primer cuatrimestre de 2017 y el último de 2016, coincidiendo con la campaña de las elecciones presidenciales que llevó al poder a Donald Trump. La propagación de noticias falsas de una forma nunca vista anteriormente, generó un efecto rebote en los lectores más interesados en acceder a información contrastada y de calidad e hizo crecer el número de usuarios dispuestos a pagar por los contenidos.

En definitiva, todo parece indicar que el futuro de los medios está ligado inevitablemente a la recuperación de los niveles de confianza que tenían en el pasado, lo que probablemente constituya, además, el principal pilar para asegurar su viabilidad económica, ya que es improbable que alguien pague por un producto de que no se fía o que considera de baja calidad.