La muerte de un ruiseñor

Todavía recuerdo la escalofriante imagen del niño de tres años, Alan Kurdi, tendido boca abajo en una playa, y aún me pregunto, ¿por qué? Ahora se llama Tiago Leonel, también de tres años. También perdió la vida en un accidente sin sentido. Y también me pregunto, ¿por qué, Dios mío? Hoy he leído en la prensa que su tío le dio unos golpes en el pecho para extraerle la uva que se le había atravesado en la garganta. He cerrado los ojos, y he podido sentir la desesperación de esta familia en aquellos momentos€ Entonces, he recordado un cursillo gratuito de primeros auxilios que realicé hace años en la Cruz Roja. En aquel tiempo me preguntaba: "¿Por qué no hacen este cursillo todo el mundo? ¿Por qué no lo enseñan en el colegio" Recuerdo que nos decían que, en esos cruciales instantes, saber lo que se tiene que hacer y lo que no, es la diferencia que hay entre la vida y la muerte. Y se pueden dar tantas circunstancias. Y es tan fácil que a lo largo de nuestra vida, nos encontremos en una situación así. Pienso que sería un buen homenaje a Tiago, concienciarnos de que tenemos que aprender primeros auxilios. Desde aquí, quiero mandarle mi más sentido pésame a la familia del pequeño€

Venancio Rodríguez Sanz. Málaga