Que el nuevo gobierno de la Junta de Andalucía ha despertado más expectación que cualquiera de los últimos gabinetes de gobiernos de la nación. Quizás porque la mayoría de los andaluces tenían ganas de cambio, o por ser el primer gobierno no socialista después de casi 40 años en Andalucía, lo cierto es que el momento no ha pasado desapercibido ni para aquellos que viven alejados de los movimientos políticos.

Este gobierno ha callado las voces que esperaban cualquier motivo para la crítica. Esos que no aceptaban la alternancia a la que las urnas les habían condenado. Esos que despreciando las reglas de la democracia convocaban concentraciones para protestar por su desalojo de las instituciones. Más que protestas fueron pataletas porque las protestas son contra alguien o algo, y en todo caso debieran haberlas hechos contra ellos mismos, verdaderos culpables de la pérdida de confianza por la que los ciudadanos les habían dado la espalda.

Pero no, la crítica, salvo deshonrosas excepciones, se ha silenciado. Este no era el gobierno de Pedro Sánchez donde, con la rapidez de un viaje espacial, se mezclaba lo mediático con las sociedades patrimoniales de sus ministros. Este es un gobierno serio, donde han primado los criterios técnicos más que los políticos. Es una imagen totalmente distinta a la que el PSOE andaluz nos tenía acostumbrados.

No podía ser de otra manera, si queremos una Andalucía que deje de ser el farolillo rojo de España y de Europa en cuanto a desempleo, educación y oportunidades era necesario otro perfil de gobernantes para poner en práctica otras políticas más allá del postureo estéril que durante décadas ha condenado nuestra comunidad a ser una región pobre por mal gestionada.

Andalucía necesita otra transición, no democrática porque esa la tuvo con el conjunto de España, pero sí la que supone acabar con un régimen y comenzar nuevos tiempos que hagan recobrar la ilusión, esperanza y confianza de los andaluces en las posibilidades de esta tierra. Andalucía necesitaba sentir la expectación que ha generado el nuevo gobierno, volver a confiar en quienes dirigirán el futuro de esta tierra y, sobre todo, los andaluces necesitaban creer en un futuro de nuevas oportunidades. Quizás por eso será que el cambio en Andalucía está generando expectación.