Sabino Fernández Campo decía que la puntilla del golpismo militar en España no había sido el 23-F de 1981, sino el juicio posterior, pues los desmentidos, evasivas y elusión por los golpistas de sus responsabilidades los había desacreditado, haciendo que desinflara el golpismo militar. Bueno, todos los juicios sobre golpes intentados, amagados o supuestos son así, porque no es fácil sacar pecho en un banquillo. En el juicio por la Revolución de 1934 el propio Largo Caballero, que era el más decente y consecuente de todos, se escurrió como pudo (y fue absuelto). En el juicio sobre el «proces» la idea de rebelión para proclamar la república va desinflando, gracias a la estrategia defensiva de los encausados, pero como los que ocupaban la calle creían (y creen) que aquello iba muy de veras, a ver cómo se las arreglan ahora los secesionistas para evitar que desinfle también la masa.