Ser un poco nacionalista está bien, y profeso en ello, pues soy bastante nacionalista asturiano, algo nacionalista español y un tanto nacionalista europeo. Cierto es que siendo uno nacionalista de varias cosas ya no lo es de ninguna, pues el nacionalismo fetén es absolutista. De ese absolutismo (una mutilación de todo lo demás) viene que para ser a tope nacionalista no esté de más ser algo tonto, dicho sea con respeto. Por ejemplo, que Sandro Rosell dijera hace poco que no está empapelado por delitos económicos, sino por haber presidido el Barça (bandera de catalanismo), no es propio de un tonto, sino de alguien astuto, pero si lo dice es porque está seguro de que habrá bastantes nacionalistas catalanes que lo crean, y ahí sí están ya los tontos. Así que vamos a decirlo de una vez alto y claro, no todo nacionalista es tonto, ni mucho menos, pero sin tontos no hay nacionalismo que valga.