Hace unos meses tuve la oportunidad de grabar dos reportajes con los que entonces eran los puntales del Fuenlabrada, Marko Popovic y Christian Eyenga. Dos jugadores que han alcanzado el éxito después de convivir con una de las peores cosas que tenemos en este planeta: la guerra. Aprovechando la visita me quedé a ver el entrenamiento, entonces de Néstor García, y a mi lado se acercó un señor y comenzamos a hablar de baloncesto. Unos minutos más tarde me dijo, «yo soy el padre de Pako». Francisco Javier García, un mejicano que ha trabajado toda la vida, como su mujer María Felicitas Saldivar, maestra de escuela, para sacar adelante a sus hijos: El jugador del Fuenlabrada, Pako García y su hermana, Lluvia. Ahora disfrutaba de unos días de vacaciones viendo al mayor de sus hijos que se había convertido en un estrella del baloncesto.

Pako, con k, «porque lo empece a usar así de pequeño y me gusta», nació en Nogales, en Sonora, en la frontera con Arizona. Su madre cuenta que ayudado por una pelota de baloncesto dio sus primeros pasos viendo cómo jugaba su padre. El baloncesto sin embargo no fue siempre su primera opción ya que el fútbol también le gustaba mucho. Al final se decantó por la canasta. Con 15 años le llevaron a un torneo juvenil en Brasil. Aquel torneo cambiaría su vida. El entrenador Vince Valdez lo invitó a jugar en la escuela pública Abraham Lincoln en Denver. El gran problema, la falta de papeles, no fue problema para Pako Cruz, que en una furgoneta acompañado de sus amigos, el «chato» Torres y el ex jugador de la NBA y la ACB, Jorge Gutiérrez, recorrieron los casi 4.000 kms que separaban su casa de su sueño.

Sin papeles, menor de edad, sin saber inglés, con la familia muy lejos y casi sin dinero, Pako tuvo que superar todos los obstáculos del mundo, pero salió adelante. Como el dinero que le mandaban de casa era poco tuvo que trabajar transportando árboles en una camioneta o quitando piedras de los jardines. La falta de papeles y dinero hacía además que no pudiera ir a casa más que una o dos veces al año, pero su ascensión en el baloncesto no se detenía. De Denver al Junior College en Nebraska y a la Universidad de Wyoming, donde a pesar de no gustarle muchos los libros, se licenció en Comunicaciones. En EEUU se hizo jugador de baloncesto, acabó una carrera y conoció a Miriam Alfaro, su pareja.

Después de un paso por la liga mexicana se marchó a Letonia. Con el VEF Riga destacó en la liga local y en la báltica, para aterrizar en España de la mano del Fuenlabrada. Su entrenador entonces era el mismo que ahora, Jota Cuspinera, que nada más aterrizar le definía así­: «Pako es un anotador. De hecho, en México su apodo es metralleta». La «metralleta de Nogales» se ha convertido en las últimas jornadas en clave en el «Fuenla» y junto al excajista EJ Rowland y Maurice Kemp lidera a un equipo que busca una o dos victorias en estas últimas jornadas para asegurar la permanencia. Se encontrarán con un irregular Unicaja que debe ir partido a partido recuperando la senda del buen juego, las victorias y el cariño de su afición. La empresa no parece fácil, pero si el Liverpool pudo eliminar al Barça sin sus dos mejores jugadores, por qué los verdes no pueden hacer «un imposible». Suerte....