Acaba la temporada liguera con este final de mayo para la mayoría de disciplinas deportivas y comienza otra. Este próximo sábado, por poner algún ejemplo, arranca la campaña en piscinas públicas o casi públicas como la del Parador de Nerja. Aún más temprano comenzó, por esto del cambio climático, la temporada de baños en mar abierto. Lo hemos podido ver en el Cantábrico, con temperaturas impropias de abril.

Queda bastante para el periodo estival, con tantas y tantas playas sin metro cuadrado libre para tu sombrilla. Queda aún para las vacaciones escolares. Pero los fines de semana ya empezarán desde ahora a mostrar una tendencia bien diferente respecto a lo de bajar a la orilla. Y justo ahí acechan peligros que van mucho más allá en el tiempo de lo que son las temidas medusas de estos dos últimos veranos.

A menudo practicamos todo tipo de ejercicios sin tener en cuenta lo que dicta nuestra propia naturaleza. Ponemos al límite nuestros músculos sin el más mínimo calentamiento, subimos las más elevadas cumbres sin más cubierta para nuestros delicados pies que las mismas chanclas que empleé ayer en la playa. Y nos zambullimos bajo el agua como si fuésemos organismos anaeróbicos, de los que no necesitan oxígeno para vivir.

Cada temporada son más las muertes por ahogamiento, como destacan colectivos especializados en salvamento y socorrismo. Fallecen personas por echarse al mar sin tener en cuenta sus precarias condiciones en cuanto a la salud, otras que no reparan en lo que hay bajo las aguas o aquellas que, de corta edad, carecen de la adecuada vigilancia de un adulto. Son en muchos casos fallecimientos que pueden evitarse. Quizás por eso, porque son posibles más campañas informativas, tenemos que poner el acento en esta otra lacra social.

En Torremolinos fallecía hace ocho días un varón de 64 años, pese a que varios bañistas consiguieron sacarlo del agua a la altura del Bajondillo. Y este mismo fin de semana perdía la vida un surfista vigués de 37 años en una playa de su propia comunidad autónoma. Relata la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo que en Galicia la cifra de fallecidos en espacios acuáticos casi ha alcanzado en estos últimos años a la de muertos en carretera.

O alertamos de esta otra sangría con la misma contundencia con la que se puso freno a determinados siniestros de tráfico o lamentablemente volveremos a vivir un verano repleto de titulares con tristes protagonistas en nuestras propias playas, en esos paraísos que debieran estar reservados únicamente al disfrute. Al menos por ahora seguimos siendo animales anaeróbicos y no tiene ningún sentido emular a quienes ponen a prueba esa absurda resistencia a pasar minutos y minutos sin respirar bajo el agua.