Llegar al Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) se ha convertido para los miles de trabajadores -quienes tenazmente acuden a esta tecnópolis para proyectar la investigación, el desarrollo y la innovación con marca Málaga- en una experiencia titulada zozobra. Otra paradoja, sin duda, de una ciudad con aspiraciones de capital del conocimiento con miras a un futuro tecnológico como enseña de vanguardia científica.

La puesta en funcionamiento de la estrategia diseñada por la Consejería de Fomento de la Junta de Andalucía para evitar este sinsentido de accesibilidad -una entrada inviable para arribar a este espacio tan representativo de modernidad empresarial I+D+i- de un carril reversible, el cual presuntamente ha de mitigar la congestión del tráfico padecido durante décadas- me conduce a pensar en el término reversible.

La oportunidad de analizar en un sentido y también en el contrario recibe el nombre de pensamiento reversible, cualidad ésta muy limitada, por la evidencia, en el género humano. Cuando aceptamos algo, lo que hacemos generalmente es iniciar una búsqueda de información que corrobore nuestra creencia y pocas veces nos tomamos la inquietud de indagar sobre una segunda comprobación, por si llegáramos a estar equivocados. Realizamos juicios acelerados, llegando a lo irreflexivo, y en cuanto aparece un indicio de que tenemos razón con respecto a lo pensado, inmediatamente nos acomodamos; singularidad ésta que nos ocurre incomprensiblemente a todos de forma cotidiana.

Observo la lámina del cuadro de Dalí 'Muchacha en la ventana' que tengo tras de mí y me situó, como la hermana del artista, Ana María, apoyado sobre el ventanal soñando el mar de Málaga, que es irreversible. ¿Qué nos acontecerá después de otro domingo de suspicacias? Adaptemos el pensamiento reversible a nuestro devenir. A ver cómo nos va.