Cierto es que cuando alguien nos decepciona ponemos el grito en el cielo y centramos toda nuestra atención en el daño que nos está provocando en ese mismo momento, así como los daños colaterales.

Debemos saber reaccionar en los momentos complicados, saber aceptar situaciones que no teníamos preparadas y aceptar reacciones que nosotros mismos no haríamos.

Esperar de los demás lo que consideramos nosotros adecuado en cada momento es un error y normalmente hablamos de decepción cuando alguien no actúa como pensamos que debe actuar según nuestra idea de vida.

Se trata de nuestras expectativas, de una emoción interna que nosotros mismos proyectamos en otra persona y que si la otra persona no cumple con nuestra expectativa, sentimos tristeza, ira, rabia€

Cada uno vive su vida de manera diferente, prioriza sus cosas según lo vivido con su familia, lo aprendido con sus nuevas relaciones y según el futuro que aspira, y a medida que vamos creciendo es normal que vayamos seleccionando no solo personas, sino momentos y lugares.

Me gusta mucho cuando los más jóvenes empiezan a entender que deben ser cada vez más selectivos, deben priorizar según su objetivo de vida, en ocasiones deben enfrentarse a decir no€ muchos de ellos hasta se sienten culpables, pero no, se llama madurez y toma de decisiones.

Durante las decepciones sentimos emociones dolorosas, que mezcladas con incertidumbres por esperar la posible reacción que esperamos, nos genera mucho malestar a nivel general, en ocasiones no solo emocional o psicológico sino a nivel fisiológico, como dolores de barriga, cabeza, erupciones, herpes€

Debemos cuidar el nivel de expectativas que proyectamos en las otras personas, reconocer que cada uno actúa como considera oportuno, además de ser libre a la hora de hablar o actuar, e intentar reconocer las intencionalidades.

De los problemas se aprende, uno se hace más fuerte, más maduro y es capaz de tomar mejores decisiones en el futuro. Con esto no quiero decir que por los problemas encontrados a lo largo de nuestras vidas tengamos más razones para hacernos inaccesibles o desconfiados, sino que quizás nos afecten menos situaciones complicadas, detectemos antes problemáticas evitables o solucionemos de mejor manera los conflictos.

Avanzar y mejorar supone cambiar y los conflictos son cambios en nosotros mismos y con las otras personas, por tanto podemos considerar determinados conflictos como avance personal y en nuestras relaciones. Sería muy complicado avanzar sin conflictos con uno mismo y con las personas de nuestro alrededor.

Expongo aquí algunos consejos para evitar grandes decepciones y gestionar mejor los conflictos:

1. No te pases el día recordando la decepción y contándosela a todo el mundo. Expresa tus emociones a las personas más cercanas e intenta seguir tu vida con normalidad centrándote en lo que toca a cada momento. No se te ocurra quedarte en la cama llorando, suspendiendo tus actividades cotidianas.

2. No te sientas culpable si eres capaz de disfrutar y no acordarte de la decepción, es algo bueno y adaptativo para dejar de lado la tristeza y la rabia.

3. Date un tiempo para pensar, dormir y ver las cosas de otra manera. Siempre le pido a mis deportistas después de un conflicto que duerman y sean conscientes de cómo cambia el pensamiento una vez descansado.

4. No busques razones o malas intenciones, no hagas de un gesto o una palabra un mundo, un pasado o un futuro. Intenta analizar la situación y tratar el tema en persona lo antes posible para expresar sentimientos y buscar soluciones.

5. Una vez sentados cara a cara no acuses, no insultes, no culpes€ simplemente expresa tus sentimientos, tus ideas, tus expectativas y reconoce y acepta la libertad de los demás a la hora de actuar o hablar.

6. Recuerda que nadie es imprescindible, ni si quiera nosotros mismos y que todos hemos sufrido decepciones y engaños. No por esto, debemos no creer en los demás, ni dejar de vivir nuevas experiencias.

7. Aplica la técnica de: «Afortunadamente€.». Y saca aspectos positivos. Afortunadamente podemos encontrar siempre personas que merezcan la pena y razones para seguir adelante.