En una carrera sin precedentes por crear un clima de crispación entre los españoles, algunos políticos, unos más que otros, y otros muchísimo más, desbarran bajo el amparo que les asiste una absurda libertad para el improperio. Debe irles en el sueldo del Partido, o del dueño del Partido, tamaño despropósito: enfrentar a la parroquia. Siempre me pareció una gilipollez eso de divide y vencerás. Sí, vencerás, pero ¿a quién?, ¿a los ya vencidos? Señoritos políticos que van para señorías, si no lo saben se lo digo yo, los ciudadanos hemos espabilado, no comulgamos ya con ruedas de molino, caímos de la burra y ahora en la cuenta de que los sembradores de cizaña velan más por sus intereses personales que por la salud de un país con un sarampión que es preciso tratar para que no se precipite por el desbarrancadero. Y sí, me atrevo a decir lo que digo después de escuchar, tras el incidente de la presencia de Ciudadanos en el desfile del Orgullo, las declaraciones de unos y otros, un incidente que dio pábulo a un cizañeo de alta intensidad. Absolutamente fuera de sí, doña Inés Arrimadas declaró: "El PSOE y Podemos han alimentado el odio contra los votantes de Ciudadanos". ¿Alimentar el odio? Desconocemos si el odio posee boca, estómago, intestinos y ano, si sus fermentos digestivos son capaces de digerir la mala leche con la que habitualmente se alimenta la bicha odiosa, lo que sí sabemos es que lo que le sale por su ano es mierda, una mierda muy tóxica que contamina y despierta en los que la pisan reacciones violentas, crueles y perversas. La historia del siglo pasado en este país ha dado dramática muestra de lo que supone alimentar el odio. Dadas las nefastas consecuencias a las que tales afirmaciones nos pueden llevar, ruego un imposible: absténgase o cuenten hasta mil antes de soltar tamañas salvajadas. Por el bien de todos, por un intento de paz posible, por la sensatez, señorías, muérdanse la lengua de vez en cuando. Cuando la sinrazón se adorna con un atropello dialéctico de tales características, me viene a la memoria un poema de Percy Shelley, el marido de Mary Shelley, la autora de Frankenstein, dice: "No despiertes a la serpiente, no sea que / ignore cuál es el camino a seguir. / ¡Deja que se deslice la que aún duerme / sumida en la honda hierba de los prados!" Pedro, Pablos, Inés, a todos, por la madre que os trajo al mundo, debatid hasta partiros la lengua, pero que vuestro ruido no despierte a la serpiente. Que guarde el veneno del odio en lo más recóndito de sus sueños. Os pagamos un sueldo en creciente para tirar hacia delante, evitar problemas evitables y protegernos de la picadura de la serpiente del odio. Sigue durmiendo, que estás muy guapa confundida con la hierba de los prados.