¡Déjenle terminar! Cuando el ministro Boris Scherbina le grita esto al juez, con el valor que le da saberse ya con la vida caducada por culpa de la radiación, a uno le cuesta no levantarse del sofá, sentado frente a la pantalla, como hacemos cuando miramos el fútbol y celebramos un gol. Cuando has visto la serie Chernobyl no es fácil dejar de mirar a los chiquillos bielorrusos que, un verano más, han sido acogidos por familias malagueñas para ahorrarles un par de meses el bombardeo continuo de ese veneno invisible que les sigue llegando desde suelo, lluvia y aire donde ellos viven, en un radio de entre 50 a 80 kilómetros de donde se produjo la explosión del reactor el 25 de abril de 1986 en la central nuclear más tristemente famosa del globo...

Chernóbil

A quien en esa secuencia de la serie ordena el mandatario soviético al juez que deje terminar su exposición es al físico nuclear Valery Legasov, quien terminó suicidándose -sabiéndose también letalmente enfermo- como revulsivo moral que propiciara que sus grabaciones, con la información de lo que pasó en Chernóbil, se dieran a conocer sorteando al KGB (ya menos vigoroso por la denominada perestroika de Gorbachov) para que la tragedia no se repitiera. Las cintas contenían su narración de los errores de construcción del reactor (las famosas puntas de grafito de las barras de contención de boro) y los errores en la actuación de los operarios aquel fatídico día de primavera de los movidos 80. Tanto el actor sueco Stellan Skarsgard como, sobre todo, el británico Jared Harris (que encarnan al gobernante soviético y al físico respectivamente), como la actriz Emily Watson (que es un homenaje en un solo personaje inventado a todos los científicos soviéticos que ayudaron valientemente a buscar la verdad de lo sucedido) están como suelen estar siempre, estupendos.

Agostados

En Málaga agosto sigue siendo el rey. La Feria será larga, empezará este año en miércoles con el pregón y los fuegos. Las playas están llenas y ningún tiburón de cine -que para el turismo podrían ser las medusas- nos aguará la fiesta. Pero esos niños y niñas están aquí con sus tragedias a cuestas, como lo están los chavales saharuis de los campamentos de Tinduf (donde siguen refugiadas desde hace 40 años y más olvidadas que lo contrario por el derecho internacional unas 165. 000 personas) acogidos también por el corazón grande de familias que pueden y quieren acogerles otro verano. La discusión sobre por dónde y cómo tienen que circular los patinetes o las quejas por la gentrificación turística les pillan lejos, aunque ahora las tengan tan cerca. La explosión del reactor nº 4 de la central nuclear de Chernóbil hizo que el mundo entero entendiera el significado de la palabra radiactividad. Sumió a la población cercana en unas condiciones sociales, ambientales y sanitarias muy graves.

La verdad

Todavía se estima que sus consecuencias son y serán en el tiempo 200 veces más graves que las que provocó la bomba atómica en Hirosima y luego en Nagasaki. Aterra. La serie Chernóbil ha puesto de actualidad de nuevo el peligro nuclear como otro tiburón de verano, pero estos niños bielorrusos, guapísimos todos, le ponen carne y verdad al asunto. Este mundo está globalizado por las redes sociales, las transacciones financieras por la internet, las criptomonedas y las series y el cine. Pero la verdad de verdad no lo está. Al contrario, se ha vuelto más íntima que nunca. Porque la verdad dura más que un tuit y huele y duele y no la puedes vivir sentado en el sofá frente a la tele o tumbado con la tablet. La verdad sigue siendo la que era, más lenta, más profunda, y está debajo, encima, detrás y delante de la herramienta digital. Parte de esa verdad estaba el jueves en el salón de los espejos del ayuntamiento de Málaga en la mirada ilusionada de Adelfa Calvo, donde el alcalde la presentó como pregonera de la Feria de este año...

Adelfa

Antes, la asociación de feriantes le dio un cheque con siete mil eurazos de la recaudación en Málaga la feria pasada a Proyecto Hombre. Contrastaba la piel curtida por el solano y las manos duras de montar y desmontar food tracks y cacharritos de los feriantes, su singular rudeza de gente resistente y nómada, con la delicadeza con que entregaron el cheque a la actual presidenta de la asociación en Málaga, Belén Pardo. Después, Adelfa, la nieta de doña Dolores, la Niña de la Puebla, que tenía la mirada en su dorada garganta; Adelfa, la hija de Adelfa Soto; Adelfa, la gran actriz desde que estaba en Brea Teatro con Nuria González y Paco Gil y la jefa Mercedes León, hace ya más de 30 años; Adelfa, la Rosario del Secreto del Puente Viejo; Adelfa, la ganadora del Goya por El Autor, de Manuel Martín Cuenca; mi amiga Adelfa, a quien su compañera Rocío le está echando una manita en ordenar ideas que le brotan para el pregón, dijo que Málaga era la luz y la alegría. Háganse las dos... Porque hoy es sábado.