Pregunto a mi amigo Gaio, ahora metido a profeta, qué piensa de las manifestaciones juveniles contra el cambio climático. Se queda mirando al vacío y luego responde que son admirables y esperanzadoras para el que sea optimista. ¿Tú lo eres? -pregunto. Responde sin vacilar que no. ¿Qué piensas entonces? Bueno, a los jóvenes los mueve siempre el entusiasmo, incluso antes de una guerra, pero habrá que ver qué hacen cuando se enteren de la verdad. Luego calla. Aunque me resisto a hacer el juego al profeta, acabo picando: ¿cuál es la verdad? Gaio cabecea antes de responder y dice: que para salvarse deberán dejar casi todo lo que hoy tiene valor para ellos, e ir abandonando el consumo. Luego Gaio resopla y remata: más o menos lo que le dijo Cristo a aquel joven rico que quería irse con él: deshazte de todo; y ya ves cómo acabó la historia, el joven dio media vuelta y se fue.