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Pero siempre le querremos

"Es admirable, eso sí, la perseverancia de Allen en seguir cultivando un género tan cautivador como el género Woody Allen"

Acudo al rito del ultimo filme de Woody Allen con el regusto nostálgico anticipado de otras veces, aunque a la vez con cierta prevención, pues a partir de una edad la acumulación de la nostalgia en el cuerpo tiene efecto parecido al de los metales pesados (no se expulsan), y ese lastre nos va anclando a un lado de la corriente del tiempo. Pero en apenas 10 minutos advierto que el temor era infundado, pues del viejo Allen ya apenas queda nada, y de su Nueva York tampoco: a fuerza de evocarla machaconamente en este vodevil urbano de clase alta, NY se queda en simple formato kitsch. Todos los personajes, de cualquier edad, talento o condición, tienen el mismo ingenio para los gags, que se acumulan de forma atropellada en las papilas gustativas, y empalagan la mente. Es admirable, eso sí, la perseverancia de Allen en seguir cultivando un género tan cautivador como el género Woody Allen.

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