Miguel Ángel Martínez-González es uno de esos malagueños que pasean el nombre de Málaga por el mundo y que no mucha gente de esta ciudad conoce. Médico, epidemiólogo e investigador tiene el mérito de exportar a varios países, entre ellos a Estados Unidos -donde se busca con bastante urgencia un consumo alimenticio menos contundente- la dieta mediterránea. Parece que lo está logrando con éxito.

La Cofradía del Colesterol de Avilés acaba de distinguirlo con unos de sus galardones. El facultativo malagueño disertó en el Centro de Estudios Universitarios de la ciudad asturiana sobre pautas alimenticias. Martínez-González señaló que la dieta mediterránea logra reducir hasta un treinta por ciento los infartos cerebrales (miocardios) y las muertes cardiovasculares. Se apoyó en los datos sacados de un gran ensayo sobre nutrición llevado a cabo en los países de Europa con la participación de 7.447 personas. Entre otros datos resaltó la importancia que tiene el tamaño de las raciones que comemos habitualmente.

También recomendó moderar no solamente el tamaño de los platos sino la ingesta de alimentos con exceso de calorías. Para este catedrático, investigador visitante en la Universidad de Harvard, para seguir una alimentación equilibrada y mantener una buena salud, se ha de utilizar "el aceite de oliva virgen, que tiene que ser la única grasa culinaria para aliñar, freír o cocinar; los frutos secos, la fruta fresca como postre, las legumbres -como las fabes- y el pan integral, cuyo consumo sería un cambio fácil a la vez que muy importante", indicó en su conferencia avilesina.

Destacó asimismo la importancia de alimentarse más de pescado que de carne y, sobre ésta, dijo que lo preferente era la carne de ave. Según un estudio que publicó recientemente en el British Medical Journal, realizado con cerca de veinte mil personas, los alimentos ultraprocesados nos provocan un mayor riesgo de mortalidad. Sus investigaciones se centran principalmente en la nutrición relativa a las personas con obesidad y con la diabetes.

En sus conferencias, charlas y entrevistas se muestra poco partidario de la quinoa, de la soja, de la cerveza, de las que no dice que sean malas pero de las que no es partidario y si lo es de un poco de vino en las comidas, solamente en las comidas. Para este catedrático de la Universidad de Navarra, la tradición milenaria de la dieta mediterránea es evidencia de buenos indicadores de salud. A la vez siente que en las mesas españolas vayan disminuyendo los platos de legumbres -con su efecto antiinflamatorio- y aumenten los de carnes, síntoma de la influencia de la dieta norteamericana, que en alguna ocasión califica de cultura basura.

Como recomendaba el profesor Francisco Grande Covián, es partidario de la dieta mediterránea por su frugalidad y recuerda de él su metodología, es decir, comer siempre en plato de postre. Este profesor de Medicina Preventiva y Salud Pública, cuya filosofía médica se podría resumir en come bien para ser feliz, ha llegado en su viaje profesional hasta el Despacho Oval de la Casa Blanca en tiempos de Barack Obama. Un viaje que partió hace unas cinco décadas desde el malagueño Pedregalejo.