Tendemos a ser agoniosos, acaparadores, avarientos... Me refiero al Homo sapiens, que no siempre es sapiente. De hecho, cuando es nuestro cerebro reptiliano el que patronea nuestros actos, recurrentemente se empeña en negar nuestra sapiencia. Dicho de otra manera: cuando es el ramalazo de reptil que llevamos dentro el que va al timón del barco, ojito con el rumbo, porque las más de las veces será un rumbo de colisión.

Según Paul McLean en su teoría del Cerebro Triuno, la sabiduría y las emociones se gestionan en distintas áreas cerebrales. Y esto, obviamente, influye en que ninguna de las dos quepa en el espacio reservado al cerebro reptil, que gestiona nuestros instintos. En efecto, cuando nuestro cerebro reptiliano dispara su furia iracunda, mejor cuerpo a tierra. Pobrecillos nuestro sistema límbico y nuestro neocortex, mansos ambos, porque si en plena ira nuestro reptil interno detectara la existencia de sus homólogos, que viven a su vera, en el mismo ático encefálico con vistas a la calle, se los zamparía de un bocado. Menudos somos los reptiles cuando nos sentimos invadidos, cuestionados, desmerecidos, contrariados, descubiertos, sobrepasados...

La conducta del sapiens, aisladamente y en grupo, fortalece la teoría de McLean e incluso da pie a explicar sus propias contradicciones, como la más brutal de todas, tan sonora durante los últimos días, anunciándonos que la evolución de la Tierra no corre a la par, sino al contrario, casi, que la «evolución» del ser humano, tal cual viene produciéndose desde el inicio de los tiempos.

Lamentablemente, las últimas razones científicas publicadas son irrefutables. Y, desde esta afirmación, ¿quién se atreve ahora a darle voz a la definición, desnuda, de 'evolución'? ¿Qué significa evolucionar? Ángela, ¿qué habréis de explicar los profesores y maestros a vuestros alumnos a propósito de la evolución que, habida cuenta de la información de última hora, acaba de quedarse huérfana de sí misma?

Hablar de la evolución, referida a nuestro planeta, per se, se convierte en el hiperónimo de cuantas evoluciones parciales e independientes subsistan en las actividades más básicas contenidas en él, como, por ejemplo, el Turismo, que en sí mismo lleva implícita una pregunta: ¿qué pinta el Turismo en la evolución del planeta? Inocente la preguntita, ¿verdad?

Pues no, nada inocente, porque, por ejemplo, el denominado turismo sostenible de masas, si lo consideramos como una figura retórica, simplemente será un oportuno oxímoron, pero observado con intención científica desde la verdad desnuda, es una solemne mentira que por más que la escribamos o la disfracemos nunca, es decir, nunca, se convertirá en una verdad.

A uno, cuando escribe sobre este asunto siempre se le pone mal cuerpo. Por ello no voy a gastar ni un segundo en actualizar las cifras de que hoy dispongo, referidas al ejercicio 2017, que a modo de ejemplo desgarrador, paciente leyente, explican que todos y cada uno de los días del citado año sobrevolaron los cielos de nuestro planeta entre 150.000 y 200.000 aeronaves que, sin incluir el consumo de los vuelos de carga, ni el de los vuelos militares, consumieron 341 billones de litros de combustible, de los cuales solo 14 millones de litros fueron de combustible sostenible. ¡Puaj, se me acaba de venir el sabor del combustible a la boca...!

Y con esos lodos, dos años más tarde, nuestro consejero de Turismo, felicitándose, nos ofrece el menú del próximo plan turístico de acción de Andalucía con total ausencia de medidas para readaptar nuestro turismo a la realidad del planeta y basándolo en un corta y pega quirúrgico respecto de los planes de los últimos años, pero, eso sí, bañado esta vez en salsa agridulce de palabros que vuelven a primar la cantidad de las acciones respecto de la calidad de las mismas. Incongruente discurso.

Durante 2020 la gestión turística de Andalucía crecerá un 6% en acciones promocionales, o sea, lo dicho, primero la cantidad, después la calidad. Y, por otra parte, ojo al curioso detalle, además del turismo exclusivo que lleva implícita la filosofía de más clientes de calidad que clientes en cantidad, pregonado hasta la saciedad, este año, Andalucía, además, rimbombea la 'evolucionada' fórmula del turismo inclusivo. O sea, Andalucía a pelo y a pluma: más ex-clusividad y más in-clusividad. Novedoso el embolismo de los prefijos contrapuestos. ¡Qué arte, tú...!

Y, claro, con estos mimbres, uno sigue preguntándose con qué parte del Cerebro Triuno miramos al Turismo los andaluces.