Roma no paga (premia a) traidores. Es la lapidaria frase atribuida a quien habría ordenado, en el año 139 anterior a Jesucristo, la muerte de Viriato. El pastor lusitano fue durante más de siete años una auténtica pesadilla para las legiones romanas destacadas en Hispania y el cónsul Publio Cornelio Escipión tuvo que recurrir a tres emisarios rivales para que asesinaran a su líder. Después de sobornarles y de que cumpliesen con su misión, volvieron para reclamar su salario y recibieron tan famosa respuesta.

El asedio sobre Numancia causó numerosas bajas en las filas romanas. Hasta que llegaron los traidores. Anoche sobre el césped de La Rosaleda, el otrora poderoso Málaga CF fue el encargado de estrellarse una y otra vez sobre la defensa numantina. Los sorianos pensarían encontrarse en Los Pajaritos, porque tuvieron uno de los recibimientos más fríos que recuerdan en la Costa del Sol. El club albiazul no deja de perder efectivos. A los números rojos en sus arcas y en la cuenta de profesionales a disposición de Pellicer, hay que añadirles los de una grada cada vez más despoblada. Esta pasada semana las horas bajas de aquel Málaga que llegó a deslumbrar en Champions eran materia de conversación incluso a las puertas de la Capilla Sixtina.

La charla partía de la larga lista de excepcionales canteranos que el equipo malaguista tiene repartidos por media Europa. Por no hablar de los malagueños exiliados que regresan con camiseta visitante a su tierra, como es el caso de Alberto Escassi, que anoche volvió a brillar contra la escuadra de su tierra. Ya marcó hace poco más de dos años su segundo gol en las filas del Numancia contra un Málaga que, entonces de Primera, volvía a estrellarse contra un Segunda en la Copa. Ahora el espigado central ejerce de capitán numantino y, a esos galones, le sumó ayer su sexto gol del curso actual.

En sede vaticana se hablaba el miércoles de la fortaleza actual del Lazio, que ayer ganó en Parma y se ha situado segundo clasificado en la Serie A, a un único punto de la Juve. No resulta extraño que el fútbol se haya convertido en tema de conversación en tan magno recinto porque hasta se ha reservado una de las estancias del Museo Vaticano a los «tesoros futbolísticos» del Papa Francisco, sabido hincha del San Lorenzo de Almagro y ya coleccionista de decenas de camisetas dedicadas de grandes clubes y jugadores.

Allí no salía de mi asombro al saber de la enorme admiración que despierta para la afición del Lazio, también albiazul, esa labor de cantera del conjunto costasoleño. De hecho remarcaban que el actual «tridente biancocelesti» tiene en plena forma a dos exmalaguistas como Luis Alberto y Felipe Caicedo. El segundo anotó ayer el tanto decisivo y el primero, que suma más de una docena de asistencias, volvió a ejercer de emperador el miércoles, en duelo aplazado y con debut para el recién aterrizado Jony. Habla boquerón un Olímpico romano cuyos dioses añoran la mejor versión del albiceleste hispano.