Es posible que José Borrell represente la última oportunidad de que Europa se tome en serio a sí misma en aspecto tan crucial como la defensa. No será fácil. En ese asunto Europa aún no se ha decidido a salir de la placenta norteamericana que la envuelve desde el final de la Segunda Guerra, pues hacer vida fuera de ella cuesta mucho dinero. El brexit no solo supone una merma de recursos financieros para la UE, sino el distanciamiento de un socio de apreciable capacidad militar, estratégica y táctica. Desdichadamente una sociedad del bienestar, sus estándares de solidaridad real y el sistema de valores que la hace posible no se defiende solo con un sistema impositivo y unas prioridades presupuestarias. Europa es cada vez más una isla en el mundo, y no muy grande, expuesta a los empujes de modelos despóticos, expansivos y fundamentalistas, e ignorar este hecho puede costar muy caro.