De Dolores Delgado conocimos en la legislatura anterior una serie de grabaciones que deberían haber supuesto su cese o su inmediata dimisión. Sánchez guardó silencio entonces ante diversos comentarios soeces que afectaban, entre otros, a su compañero de gabinete Grande Marlaska. No se pidieron entonces responsabilidades por sus coloquios resbaladizos con el excomisario Villarejo, y ahora el nuevo gobierno nos la coloca al frente de la Fiscalía General del Estado.

En el trasfondo de esta decisión se encuentra la necesidad de una Fiscalía más dúctil a las pretensiones gubernamentales, especialmente en esta fase en la que Sánchez anuncia el intento de «desjudicializar» el conflicto con el secesionismo en Cataluña. Otro motivo para la preocupación apenas iniciada la andadura del nuevo Ejecutivo.

Pedro García

Málaga