El hombre de los Picos de Europa, un casi septuagenario acampado en un lugar de la alta montaña entre Asturias y Cantabria rodeado de neveros creo que merece se le indulte de la sanción impuesta por la Guardia Civil que le obligó a bajar del monte. A fin de cuentas esa huida a un lugar perdido entre cumbres tratando de escapar del Apocalipsis no solo responde a una pulsión primaria de nuestra especie, tanto de su parte humana como de la animal, sino que ha sido jaleada como conducta de supervivencia en buen número de películas, el género que, se quiera o no, dicta la moral de nuestro tiempo. Comprendo que ahora todavía no sea el tiempo de aplicar la medida de gracia, para que el ejemplo no cunda y resurja una especie de covadonguismo ante el nuevo invasor, pero para cuando llegue el momento dejo ya hecha la petición de indulto administrativo, que por analogía sería procedente.