La pandemia cursa con un tremendismo que nos prepara para aceptar lo peor y nos amansa ante todo lo que venga. La ignorancia sobre qué pasará se llena con demasiados vaticinios interesados en espolear la alta rentabilidad del miedo al futuro.

Frente a esos profetas del desastre en beneficio propio surgen otros que anticipan que lo que llegará después de la crisis sanitaria no será tan malo como para requerir una vacuna general de fatalismo que lo haga digerible. El nombre de Larry Fink nada dice en un país en el que la mitad de las familias reconoce dificultades para llegar a fin de mes. Fink es presidente y fundador de BlackRock, el mayor fondo mundial de activos financieros, y su voz llega amplificada por los siete billones de dólares que maneja. La cifra es tan inmensa que hace desaconsejable cualquier intento de comprender su magnitud por parte de los mortales confinados en su presupuesto doméstico.

El hombre que ocupa el puesto más alto en la pirámide capitalista sostiene, en la carta anual a sus clientes, que la negrura en la que estamos sumidos se despejará con una rápida recuperación económica. Fink reconoce que en sus 44 años dedicado a amasar el beneficio del accionista nunca encaró una circunstancia como la actual, en la que los efectos de la pandemia «han golpeado a los mercados con una ferocidad que solo se ve durante shocks financieros». Lo aprendido en la crisis de 2008, todavía tan presente como para que no la hayamos olvidado, contribuye a atenuar el impacto económico de lo que estamos viviendo, sostiene el presidente de BlackRock. Pero el argumento principal de su buen pronóstico consiste en que esta debacle es consecuencia de un elemento ajeno al sistema y no el resultado de sus problemas estructurales. La vez anterior el 'bicho' era sistémico, mutó dentro de ese mundo en el que tan bien se mueve Fink. Ahora, la amenaza procede de un elemento externo: la venganza vírica del pangolín. Nos acecha la naturaleza, no el capitalismo, lo que explica bien el optimismo del principal epidemiólogo bursátil.