Ya se ve la luz al final del túnel, aunque es tenue y parpadea como si tratara de enviarnos un mensaje de cautela desde la lejanía. Pero ahí se ve ya por fin que el túnel tiene salida y que da acceso a la vida. Se cuela incluso la luz por pequeñas grietas que iluminan el tramo a la altura de los niños más pequeños que por fin corren, juegan y pasean tras tantos días encerrados como severo castigo por algo que no hicieron ellos ni comprenden al mirarnos.

Se anuncian rayos de luz fugaces para que los alcancen los más rápidos a partir del dos de mayo, que recorrerán las paredes y podrán perseguirlos 'runners' y otros deportistas urbanos, eso sí, siempre y cuando la luz que ahora se vislumbra siga igual de cerca o no más lejos. No se sabe nunca qué movimientos pueden provocar un desprendimiento que tape de nuevo la salida y la luz que nos brinda. Por eso parpadea y nos avisa de que ya estamos cerca, pero que no tengamos prisa, no vayamos a retrasarlo todo por avanzar antes de tiempo.

Generó mucha polémica la salida de los niños el domingo, la misma polémica que generó días atrás que no pudieran salir de la manera en que lo hicieron. Nunca está contento el perro sin olfato porque toda su comida se la lleva el gato. Veremos si mereció la pena dar el brazo a torcer o si lo acaban retorciendo hasta romperlo.

Ya se ve la luz al final de túnel, la ansiada salida, pero no es la salida misma ni es lo mismo que estar fuera. Sin embargo qué falta hacía empezar a vivir algún cambio, devolver a las calles la vida recluida y calmar los ánimos de los más radicales que ya invitaban a la desobediencia hartos de que no les obedezca nadie.