Toda crisis conlleva, en buena lógica, un aprendizaje que debe servir para no volver a caer en los mismos errores y mejorar el funcionamiento de nuestra sociedad, al menos en aquellos ámbitos o escenarios que originaron dicha crisis.

Con mayor o menor virulencia, probablemente vivamos de nuevo epidemias o pandemias como la que estamos superando, y necesitamos un sistema sanitario que responda a las necesidades de la población. No nos cansamos de decir que ha faltado prevención, educación para la salud, educación terapéutica, en resumen, cultura sanitaria si hablamos de la ciudadanía y orientación del sistema sanitario a la promoción de la salud y prevención de la enfermedad.

En Andalucía, solo Málaga y Granada no pasaron el primer corte y se quedaron en la fase 0 de esa deseada normalización o desescalada, curiosamente, las provincias con la menor ratio enfermera/población de España y de Europa. Según el informe 'World Health Stadistics 2019' que ha sido elaborado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), España se encuentra en el puesto 58 del ranking de países con mayor densidad de enfermeras ya que cuenta con 55,3 profesionales por cada 10.000 habitantes. Para situarnos en nuestro entorno, nuestro vecino portugués tiene 63,7, Francia 96,9 e Italia 58,7, porque no vamos a hablar de Noruega 181,2, Suiza 172,8, Islandia 156,8 y Finlandia 147,2, que triplican nuestra ratio.

Es evidente que nos faltan enfermeras, como también lo es que cuando aumenta la proporción de enfermeras bien formadas disminuye la tasa de mortalidad en los hospitales, las infecciones nosocomiales, mejoran las tasas de vacunación en la población, disminuyen las consultas a urgencias, los reingresos hospitalarios y muchos otros resultados en salud.

Si toda esta información es de dominio público, nos debemos preguntar:

— ¿Cuándo nuestros ciudadanos podrán disponer de suficientes profesionales de Enfermería que den respuesta a sus necesidades de cuidados?

— En nuestro país formamos a los mejores especialistas en Enfermería. Es un hecho que las enfermeras de atención familiar y comunitaria, matronas, especialista pediátricas, salud mental, enfermería del trabajo y geriatría son referentes en sus ámbitos de actuación, y ello supone un considerable esfuerzo y recursos económicos (el gasto estimado de formar a una enfermera especialista es de 40.000 euros), ¿por qué no trabajan como especialistas en nuestro sistema sanitario?

— Nuestra sociedad precisa de enfermeras cualificadas que den respuesta finalista a múltiples necesidades de atención sanitaria, ¿por qué no se avanza normativamente para hacerlo posible?

— Las enfermeras están cualificadas para afrontar situaciones de crisis, detectar las necesidades de atención, de recursos materiales, de necesidades de profesionales, capacidad para gestionar la precariedad ante cualquier reto, ¿porque es tan difícil que accedan a puestos de dirección?

Las condiciones en las que se enfrenta diariamente a esta pandemia -falta de equipos de protección, desconocimiento de su estado inmunológico, incertidumbre en la contratación, riesgo de contagio a su propias familias, y demás situaciones que todos conocemos - hacen que la sociedad nos reconozca como 'héroes', cuando en realidad cumplimos con nuestra labor.

Y ahora, llega el proceso de vuelta a la normalidad, de compatibilizar la atención a los afectados por Covid con los procesos de salud habituales, y que asumamos la atención de ese regreso, sin que se haya contado con nosotros.

Sin ninguna duda vamos a continuar cumpliendo con nuestra obligación, pero reivindicamos de esa sociedad que nos aplaude y de los responsables políticos contar con los recursos necesarios, con las enfermeras necesarias, con los equipos de protección precisos, con las inversiones prometidas tantas veces y participando de la toma de decisiones que corresponde a un colectivo trascendente para la salud de la población.

Lo demás es demagogia, y estamos cansados del menosprecio institucional a una profesión que siempre lo da todo, incondicionalmente.