La estrategia de Casado es muy clara: elecciones o elecciones. Después de seis derrotas y la que viene, Cataluña, Casado debe coger las de Villadiego. No le queda otra. Forzar a Sánchez a convocar elecciones, puede ser su tumba definitiva. Y el presidente Sánchez, cada más seguro y más fuerte, con geometrías dispares, escenifica que esta legislatura durará cuatro años. Casado que ya no sabe por dónde ir y siempre echando mano a su plan B, que no conduce a parte alguna. Casado, hábil manipulador de voluntades dentro del PP, tiene una última oportunidad si es capaz de centrarse, de buscar consensos en asuntos de Estado y, al mismo tiempo, ser secante de un Gobierno que se enfrenta a otro reto, aprobar los Presupuestos. Tengo la sensación de que Sánchez y su Gobierno lo conseguirán, Bruselas dios mediante.

Soy de los que creen que Pedro Sánchez, con esa voluntad inasequible al desaliento de que hace gala, sacará adelante la Ley de Presupuesto General del Estado (PGE) y tengo, también, la sensación, posiblemente equivocada, de que Casado, oteando el horizonte, hasta podría llegar a abstenerse para no quedar, dentro y fuera de España, como el malo de la película. Pero no sé si caerá esa breva porque si Casado sigue mirando a Vox queriendo emular o suplir a este partido en la dialéctica ultra, estará, dicen algunos de los más sensatos militantes y dirigentes del PP, cavándose su tumba, política claro. No sé si Casado tiene asumido que en política no se puede ser friki (estrafalario), pero da la sensación, y esta vez con base real, de que a Pablo Casado le va la marcha.

María Jesús Montero, apasionada de sus deberes, con reductora mental para no poner a caldo y quina, primero al PP, luego a Podemos, cerrando con la permanente inconsistencia mental de ERC, tiene por delante sacar unos presupuestos para la recuperación social, económica y mental de España, con la reconstrucción de sectores tan perjudicados como el turismo. No hay tiempo para la especulación electoral, ni para poner palo en las rueda y, mucho menos, para frivolidades, especialidad en la que se ha doctorado con Pablo Casado. María Jesús Montero, lo más alejada del pensamiento friki.

El PP vive uno de sus momentos más difíciles e inestables, con presidentes populares de comunidades viviendo tensas situaciones por la gestión del Coranovirus, dando palos de ciego y deseando que sea, de nuevo, el Gobierno central el que tome las riendas. Una vez más hay que decirlo: una cosa es la gestión y otra es darle a la palabra, articular frases hechas y latiguillos argumentarios para descargar la culpa en el Gobierno, socialcomunista, dicen. Y ahí tienes la joya de la corona del PP, Isabel Díaz Ayuso, que gestiona la Comunidad de Madrid con tal ineptitud e ineficacia, con mentiras y sandeces dialécticas que ha dejado a su protector, Pablo Casado, al pie de los caballos dentro de su propio partido. Si Díaz Ayuso es el ejemplo por venir de la derecha que nos cojan confesados. No creo que Madrid, como ha dicho Page, sea «una bomba vírica» pero sí un desastre en la gestión, con la pandemia desbocada, con Díaz Ayuso vendiendo una burra, con falsedad en los datos, rastreadores incluidos. Promesas, promesas y la suficiente caradura política que miente de forma deliberada. Díaz Ayuso ha hecho de la Comunidad de Madrid la mayor confrontación que tiene el Gobierno mientras que el presidente Sánchez, mordiéndose la lengua y con diplomacia poco entendida procura templar gaitas para no hacer sangre. Día Ayuso, monumento friki.

Lo que sigue sin entenderse, al menos yo, es la habilidad extrema que tiene Podemos para sacar la patita y mear fuera del tiesto. A menos que te descuidas se lanzan al ruedo, poniendo en un brete a su principal valedor, Pedro Sánchez. Luego viene Pablo Iglesias y recoge aguas, pero ya circula el mandamiento de que con Ciudadanos ni a tomarse una copa (lo de no ir a misa, sería ya demasiado). Podemos, quiera o no que haya elecciones anticipadas, tendrá que tragar, aunque en las encuestas siga cayendo. Podemos, es lo que quiso, es Gobierno y no tiene otra. Isabel Serra y Rafael Mayoral, frikis de tomo y lomo.

Le toca a Banco Unicaja. Es la apetecible novia del sistema bancario español. Muy bien y sensatamente gestionada, primero por Braulio Medel (¿Para cuándo ser Hijo Predilecto de Andalucía?) y después por Manuel Azuaga, con respuesta solidaria a Andalucía, está en la órbita, me dicen, del Banco Santander. A la Botín no le ha sentado bien la maniobra especulativa de Caixabank con Bankia, (¿Qué pasará con los dineros que le prestamos los españoles?) y quiere seguir siendo la primera entidad bancaria de España y el Santander lo suma con Unicaja. Será doloroso para Andalucía cerrar una parte muy importante de su reciente historia, pero no queda otra.