Un vaso de agua, una sandía y un melón

El 24 de septiembre de 2004 comencé, junto con dos compañeros y dos compañeras, la primera marcha reivindicativa desde Benalmádena hasta Sevilla, naturalmente andando, para reivindicar los productos andaluces, el turismo en Andalucía y la industrialización de nuestra comunidad. Tres semanas de fatiga, calor, cansancio y pesadumbre no fueron suficientes para que un diputado de la Junta de Andalucía (izquierda, derechas y andalucistas) nos recibieran en el Parlamento y nos ofrecieran un vaso de agua. El decálogo con el resurgir de Andalucía, lo tuvimos que entregar por registro. Este domingo, en uno de los supermercados que no cierra en agosto, vendían sandías de Málaga y melones de Sevilla. Me atrajo la oferta, así que compré una sandía que pesaba muchísimo y un melón de los antiguos que se criaban en la zona de Benamejí. Durante mi recorrido por el supermercado, un señor algo más joven que yo, muy bien plantado y educado me dijo que desde hace muchísimos años admira mi voluntad, tenacidad y lucha por todo lo que afecta a Andalucía. Me sentí muy emocionado y agradecido. Le regalé una pulsera con los colores de nuestra tierra. Cuando me dirigí a la caja con la sandía y el melón, que pesaban tanto que necesité un carro para transportarlas... Y, cuando quise pagar ambos productos andaluces este señor, que vive en El Pinillo (Torremolinos) y del que desconozco su nombre, había abonado el precio de mi sandía y el melón. Quedé impactado, agradecido, desconcertado y emocionado. Me dijo unas palabras que jamás olvidaré: "En el Parlamento de Andalucía a usted no le dieron ni un vaso de agua, pero yo voy a tener el honor de ofrecerle dos manjares, que precisamente el agua y la tierra de nuestros campos producen de forma tan generosa". Nos despedimos y me dijo algo que me hizo sonreír, "no se vaya usted todavía, que la tierra de los Tartessos le necesita. Muchas gracias, Bartolomé, por todo".

Bartolomé FloridoTorremolinos