¿Qué ocurre cuando se pierden los referentes en los cuales nuestra propia vida se había basado? En muchas ocasiones, no sabemos, o no queremos, enlazar un hecho con las consecuencias. Esto es debido, pienso yo, a que: elegimos de antemano la respuesta que más nos conviene, o bien porque es demasiado peso para nuestras espaldas y por ello eludimos planteárnoslo, cerramos la persiana del pensamiento y buscamos alguna peregrina excusa. El caso es no hacernos preguntas incómodas y afiliarnos a los planteamientos que más nos convienen, que suelen ser los argumentos que utiliza la mayoría. Un ejemplo: ¿En cuántas ocasiones habremos visto en la acera una botella rota, o un vaso y no hemos hecho nada? Yo mismo lo hice en alguna ocasión. Después, recapacitando en casa, me digo: «Aunque el que lo arrojó haya sido otro, si alguien se clava el cristal, yo seré también responsable». Pienso que al igual que este ejemplo, todos nuestros acciones y omisiones tienen repercusiones. No solo en los demás sino, y esto es lo más importante, en nosotros mismos. Opino que solo cuando se acepta este hecho y se asume la responsabilidad uno empieza a madurar. Todo lo demás, es una manera torpe e infantil de justificarse.

Venancio Rodríguez Sanz

Málaga