La primera oleada había puesto ya de manifiesto la extrema rigidez e inelasticidad del sistema sanitario, en el orden de los equipamientos físicos, aparataje, profesionales (anclados en la sacrosanta especialidad) y protocolos. De este modo un fuerte desbordamiento de su carga de servicio en circunstancias normales lo satura y bloquea. La aparición de una epidemia como el coronavirus debió haber precipitado una reflexión urgente sobre esas limitaciones y el modo de superarlas a corto, medio y largo plazo. Personalmente no creo que hacerlo esté al alcance de solo el sistema sanitario, construido física, instrumental, funcional y mentalmente sobre los propios paradigmas que una emergencia como el Covid-19 está haciendo saltar por los aires. La reconversión a sistema de geometría variable hará necesario acudir a otros saberes, y no debería perderse un día para dar el primer paso.