Se acerca la Navidad y por mor de la rentabilidad de la oportunidad política se nos adelantan tradiciones como el ahora polémico alumbrado de Calle Larios, hemos vivido la novedosa tradición de ver qué Unicaja teníamos tras una ventana FIBA.

Lo vivido anteriormente siempre traía malas noticias, no ha sido algo diferente ahora tras ver las ausencias de Axel Bouteille y Alberto Díaz, sobre todo la de este último que va a condicionar el día a día del equipo, no sólo por la importancia del mismo -algo que no es necesario repetir-, sino también por el tiempo de recuperación y la vuelta a la forma exhibida por el base malagueño.

La puesta en escena post-ventana ha sido muy buena. No sé si calificar el partido ante el UCAM Murcia como el más completo de la temporada 2020/21 hasta ahora, en este tipo de encuentros la duda que se que queda es si el contrario estuvo mal por deficiencias propias o porque los locales no lo dejaron de desplegar su juego.

Cierto es que me gustaría decir que el plantel de Luis Casimiro Palomo tenía fácil derrotar a un equipo inferior, pero entre que los de Sito Alonso son un equipo muy duro y que el nivel de los malagueños está para pelear ahora con otros rivales que ya están alejados de los equipos de Euroliga, esta victoria hay que ponerla en valor.

Pese a haber aportado más jugadores que nunca al equipo nacional, la situación del Unicaja actual no es la de hace años, y no sólo por el simple tema presupuestario. En una selección española con jugadores NBA o jugadores de Euroliga (a Quino Colom podríamos encuadrarlo en jugador «sin equipo»), meter a más de un jugador hubiera sido impensable por parte de los verdes. La plantilla actual del Unicaja, al igual que la temporada pasada, da la opción a pensar que con algún mínimo retoque da la opción de aspirar a algo interesante.

Que a día de hoy se quiera comparar la historia cada vez menos reciente con la actualidad es poco realista, quizá pueda poner como dato la configuración de la plantilla. No hace falta pensar en la competición europea, o los enemigos reales, que ya no son los equipos de Euroliga.

Ver el papel que tienen ahora jugadores como Volodymyr Gerun o como pudo tener en su día Kyle Wiltjer en el Unicaja da una dimensión real de qué tipo de equipo es el que se tiene.

Pongo dos ejemplos de jugadores que en equipos de zona noble tendrían su sitio en una plantilla de quince jugadores con roles de especialistas en el tiro o de quinto pívot para poder ser usado más en una competición nacional con menos nivel que la continental, pero no creo que en los Unicaja de la época de Bozidar Maljkovic o de Sergio Scariolo, hubiéramos visto al ucraniano o al canadiense con el peso específico de ahora.

Entonces no había problema alguno a la hora de cambiar a un jugador por bajo rendimiento. Ya sé que las circunstancias presupuestarias eran como la noche y el día, pero ahora el principal valor de algunos jugadores ha sido tener contrato en vigor para permanecer en el equipo, no su aportación en el campo. Y si pensamos en algunos casos... No nos extraña.

La estrategia presidencial de poner en valor los activos del club tiene su fundamento, pero no termino de ver eso de vender a según qué piezas como un lujo asiático o una viga maestra cuándo en realidad no dejan de ser un complemento que aún no ha alcanzado lo que se esperaba con su fichaje.

Porque eso sí, la labor del entrenador suele ser a muy corto plazo (ya diremos si de manera injusta o no) y la palabra que más oímos es paciencia, aunque el tiempo siga pasando.

Aunque nos gustaría otra cosa, la realidad actual ha situado a nuestro Unicaja en un escalón inferior a todos los equipos de Euroliga, con la necesidad de pelear con otros con menos glamour, pero que ahora son los rivales reales. De esto somos conscientes todos, aunque cada uno tengamos una versión respetable según nuestra opinión y estemos dónde estemos, lo que no quita alegrarse cuando el equipo ofrece el juego que queremos de él.