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La arriesgada aventura de contarse

Aunque al último filme de Alejandro González Iñarritu, ‘Bardo’, le lluevan críticas que reprueban su ego y narcisismo, hay narcisos y narcisos, según se merezca o no darse a mirar. González Iñarritu ya era admirable antes de ‘Bardo’, pero en ‘Bardo’ estiliza su gran talento plástico, la capacidad para conmover con la imagen sin más, los hallazgos de magia disparatando buñuelescamente nuestro sencillo entorno, el humor para marcar una distancia suficiente de sí mismo y su país, la fusión de cronista (del México de hoy, de su vida o vaticinios) y ucronista, el fluir sin rumbo por las cañerías de lo cotidiano. Aviso: no es recomendable para el espectador que busque una historia o una explicación a lo que ve, pero el arte nunca ha estado ahí para dar explicaciones. Ha tenido además el soberano acierto de contarse mágicamente mediante actor tan enorme y versátil como Daniel Giménez Cacho.

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