EL RUIDO Y LA FURIA
El salario del patrón
El patrón de los patrones es un empleado. Y como empleado que es, cobra un salario. Pero como a la vez es patrón, ese salario va en consonancia con su rango y distinción. Total, estamos hablando de cuatrocientos mil euros al año, treinta y tres mil trescientos treinta y tres coma treinta y tres euros al mes, mil noventa y cinco al día, si mis cuentas no fallan, que tienden siempre a fallar.
Más de una vez he traído aquí aquellos versos de Machado que nos recuerdan que “siempre hay un necio que confunde valor y precio”. Sabemos el precio del señor Garamendi, pero su valor, su verdadero valor, es una incógnita, aunque tengamos algunas sospechas bastante próximas a la realidad. Sabemos que no tiene buena puntería usando los símiles (“esto es como cuando hay una violación y dicen que la chica iba en minifalda”, ha dicho en su defensa y se ha quedado tan tranquilo) ni tampoco es bueno en sensibilidad social, pues al mismo tiempo que se subía el sueldo en cincuenta mil euritos de nada, se quejaba estrepitosamente del aumento del salario mínimo interprofesional, negándose incluso a negociarlo. Acaso temía el hombre que fuesen a aplicárselo y solo se estaba defendiendo a sí mismo.
Nunca fueron fáciles las relaciones entre patrones y trabajadores. Desde un plano teórico, el patrón paga un salario al trabajador por hacer una determinada tarea que luego pondrá en explotación, y en el camino obtiene un rendimiento, una ganancia. O sea, que para que la cuestión resulte rentable al empresario el valor del producto (esencialmente mano de obra más costes de producción) debe estar por debajo del precio de venta. Eso lo llamaba Marx plusvalía, y lo definía más o menos como el valor no pagado del trabajo del obrero que crea un producto del cual se hace propietario el empresario. Para el filósofo alemán ahí estaba la esencia de la explotación o acumulación capitalista.
Ignoro qué produce Antonio Garamendi además de una considerable antipatía, pero sabemos cuánto le pagan por ello. Muy bueno debe ser eso que produce para que le paguen lo que le pagan, si no, habríamos de llegar a la conclusión de que tenemos la clase empresarial más anticapitalista del mundo, capaz de pagar alegremente a alguien por encima de lo que produce.
Todo esto me tiene, he de confesarlo, en un estado de gran confusión. A Garamendi sus patrones le pagan más de treinta veces el salario mínimo interprofesional para que haga lo que está haciendo y les parece adecuado. Creo que fue Léon Blum quien dijo que para saber la opinión que tiene dios del dinero solo hay que ver a qué tipo de gente se lo da.
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