El tsunami que viene. O no

El mayor logro de la democracia es la impredecibilidad de las votaciones. Como ya dije, solo estas y la meteorología se resisten a ser encerradas en el algoritmo. A veces me pregunto incluso cómo es posible esto, o sea, que pudiendo secuenciar lo que ha venido votando la gente en un territorio dado, así como tabular las distintas variables del contexto, las circunstancias, los gustos personales, la evolución de las tendencias, etcétera, aún le quede al voto algo de aire para volar libremente y sorprender a veces al posarse. Hay incógnitas no resueltas, por ejemplo si la moral de victoria computa siempre a favor o a veces lo hace en contra, si la lograda en una batalla anterior tiene un efecto impulsor o en ocasiones un efecto rebote, y así. Es un hecho que el genio electoral español suele apostar por la estabilidad, unida siempre al equilibrio y contraria a las descompensaciones.

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