LA SEÑAL

Mimetismo y camuflaje políticos

El vocabulario de la campaña es, como en todas, muy pobre. Amando de Miguel ya lo puso de manifiesto hace muchos años en ‘La perversión del lenguaje’, y otros le siguieron después, como Santiago Muñoz Machado o Darío Villanueva

Vicente Almenara

Vicente Almenara

Al final puede que digan como ese personaje de John Le Carré, «de acuerdo, soy un maníaco sexual, pero como todo el mundo», y se reirán. Porque es la salida que se les ocurre y se la acepta como tantas cosas que aceptamos para no darle una patada a la bicicleta. Ya los escucharán en la noche electoral, y no dormirán.

Eso sí, el vocabulario de la campaña es, como en todas, muy pobre. Amando de Miguel ya lo puso de manifiesto hace muchos años en ‘La perversión del lenguaje’, y otros le siguieron después, como Santiago Muñoz Machado o Darío Villanueva, de la RAE. Ya el primer Wittgenstein afirmaba que los límites del lenguaje son los límites del mundo. Cierto que hay rollistas profesionales que todo lo confunden, viven de eso las criaturitas, y para eso les pagan. El problema es que no todos los ciudadanos distinguen a los farsantes, tal es la capacidad de mimetismo de estos, o de camuflaje, según el caso. Porque no deben confundirse. Si el individuo se disfraza de otro es mimetismo, si adquiere los colores del fondo es camuflaje.

Por ejemplo, si uno se presenta como socialdemócrata, pero antepone la identidad a la clase hablamos de mimetismo, pero si un filoterrorista se presenta como patriota preocupado por el futuro de su pueblo estamos ante una operación de camuflaje. Es cierto que para el mimetismo hay que tener una cierta habilidad, y a muchos se les descubre.

Además, debe advertirse que hay varias clases de mimetismo, empezando por el automimetismo, que se da cuando alguien disfraza una parte de su cuerpo con la apariencia de otra más vulnerable, y así dirige hacia las zonas no vitales de su cuerpo el ataque de sus depredadores. Confundiendo escapan, aunque sacrifiquen algo de sí. Esto sucede en los casos de mimetismo por corrupción, cuando los implicados distraen a los investigadores con solo una parte de su botín, dejando a buen recaudo la parte principal; o sacrifican a algunos colaboradores de poca importancia, como cortinas de humo que engañan.

Debe citarse también el mimetismo agresivo. Consiste en que el depredador o especie parasitaria -de las que hay tantas por doquier- copian la apariencia de una especie inofensiva, para así disimular su naturaleza. Es bastante común esta estratagema, van por la vida como unas monjitas y debajo de los hábitos esconden un subfusil Beretta M12.

Es menos conocido el mimetismo batesiano. Se da cuando un individuo copia la apariencia o la conducta de otro más peligroso, incluso repugnante, y así desalienta a quienes no están al tanto de quien se oculta tras su supuesta ferocidad. Esto les pasa a muchos terroristas, golpistas y otras especies dañinas, que asustan mucho pero que, si se decide ir a por ellas con determinación, se achican y acobardan, atrapándoselas con relativa facilidad y poniéndolas a buen recaudo.

Y, por último, tenemos el mimetismo mulleriano, que consiste en la apariencia semejante que desarrollan dos especies distintas, pero dotadas de un mismo mecanismo de defensa, que puede ser el mal sabor, el veneno, o cualquier otro, y ante un mismo depredador, garantizando así una mayor supervivencia. El depredador, o quien tiene asignado el deber de la captura, solo atrapará a un individuo de las dos especies, resultando el otro libre.

Se entiende que estas especies del mimetismo y del camuflaje se dan en todos los horizontes del mundo, desde aquí, la Ciudad del Paraíso, a cualquier otro confín. Fíjense, solo las numerosas clases de camaleones en las faldas de Gibralfaro, en las cuestas del Limonar…, y eso solo por lo que a los camaleones se refiere, después están los gecko de Madagascar, el insecto palo, la mariposa hoja seca, la mantis fantasma…, todos conocemos tantas (especies)... Sin ir más lejos, el 23J tendremos unas cuantas -que no todas las que se presentan- muestras de lo que tratamos, y tiene usted la posibilidad de clasificar los ejemplares que conozca con su propia taxonomía. Es un juego que puede practicar en pareja, con los amigos, compañeros de trabajo…, resulta muy divertido y es un ejercicio fantástico de la tan denostada memoria. Octavio Paz lo vio así:

(…) corredores sin fin de la memoria,

puertas abiertas a un salón vacío

donde se pudren todos los veranos,

las joyas de la sed arden al fondo,

rostro desvanecido al recordarlo,

mano que se deshace si la toco,

cabelleras de arañas en tumulto

sobre sonrisas de hace muchos años (…)

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