725 PALABRAS

No, hoy no

Juan Antonio Martín

Juan Antonio Martín

Hoy ha amanecido por el este, como cada día y, como cada día, con cada hora, la jornada avanzará sesenta minutos, al menos para los mortales que no se están viendo obligados a cumplir con el mandato de ser gestores y custodios del voto de la ciudadanía y de la protocolaria mecánica que ya está en marcha en este momento. Para los responsables de las mesas de votación la gestión del voto ciudadano alongará la jornada y, a la par, ¡malditos roedores...!, acortará las posibilidades de mantener una cita productiva con el sacrosanto gin-tonic de los domingos. Hoy es un día especial en todos los sentidos, también para las Brígidas, que hoy celebran su onomástica. Curiosa casualidad, santa Brígida es la patrona de Europa desde muchos 23 de julio anteriores al día de hoy.

Los resultados de los comicios que están teniendo lugar condicionarán la vida de alguno de los que la pasada noche durmieron poco por mor del santificado mantra:

–Alea jacta est, compañeros, brindemos por nuestro éxito...

–¡Paco, llena esto...! ¡Sí, con gin-tonic, obviamente, que el agua enmohece...!

Después, mañana, como sinónimo de más de un día, si es que ocurre, los hoy aspirantes, desde sus escaños brillarán más como políticos que como seres humanos, porque lo primero es lo primero. ¿O no? Pobres criaturitas ellos que nos sufren y pobres criaturas nosotros que también los sufrimos. Ellos ponen la mano y nosotros la mejilla que recibe el golpe...

Pero no, hoy no..., hoy el asunto no va de política, ni de políticos, porque, fundamentalmente, la política no es más que el inánime adminículo del verdugo que viene aparte. Siguiendo las pautas del sistema, a los ejecutores de la política nos los entregan al final de la jugada, como en los supermercados, justo al pasar por caja, al salir.

Hoy el asunto va de papeletas de voto y de urnas. Por cierto, urnas de buen ver las de hoy, resultonas, receptivas, brillantes y tersas, como siempre ataviadas con su breve tanga que el presidente de mesa desplaza con primor para facilitar el acto introductorio de cada ciudadano, como dispone el reglamento. Votar es depositar conscientemente la semillita ciudadana en el lugar que corresponde, para que fecunde, o no. Hoy, como exigen las normas del estío, las urnas están más calenturientas que de costumbre, especialmente este julio que, a juzgar por sus hechuras ardientes, pareciere habernos llegado directamente desde la fragua del mismísimo Vulcano, esa en la que se hirvieron las canículas premium más significativas de los últimos siglos.

–Propio de las calores de julio, señora mía –le ha respondido el presidente de la mesa a una venerable anciana que le ha comentado que casi se quema al depositar su voto.

–Pues no, señor mío, mi Julio, que en paz descanse, jamás me mostró tamañas calenturas durante más de cuarenta años de matrimonio. Y, que conste, yo habría estado encantada y agradecida... –contestó la dama.

Independientemente de ser los más cascarrabias y exigentes, por puro desgaste de la paciencia y por razones de edad, nuestros mayores son los que más consciencia tienen del ejercicio de libertad que significa una jornada de voto. Ir a votar, para nuestros mayores que vivieron periodos de libertades ausentes, es una especie de verificación apodíctica de que la alteridad y la libertad forman parte inherente y principal de la felicidad del ser humano. «La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos» le dijo el hidalgo Alonso Quijano a Sancho. Por cierto, hermano Luis, ¿don Vladimir, habrá leído El Quijote...?

Hoy, otra vez, cuando llegue el recuento, las papeletas de voto se convertirán en abrazos o puñales de papel que dibujarán el escenario en el que se desarrollará la obra a partir de mañana. En la política profesional entre el abrazo y el puñal no hay espacio. Mañana, las máscaras de los vencedores y los vencidos identificarán a los unos y a los otros, y los administrados de a pie los catalogaremos por grupos de interés común durante los próximos cuatro años.

Visto el fatuo talante en cuarto creciente de la carrera de mal a peor de cada periodo electoral, me pregunto si la humanidad avanza más allá de la torpeza y la parcialidad edulcoradas y espurias, y si, ambas, la torpeza y la parcialidad, tendrán alguna vez algún remedio nutricio.

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