SOL Y SOMBRA

Asimetría

Emiliano García-Page

Emiliano García-Page / EUROPA PRESS

Luis M. Alonso

Luis M. Alonso

Emiliano García-Page es para algunos el paradigma de ese «socialismo bueno» que ya apenas existe entre los dirigentes del PSOE que estos días cierran filas en torno al liderazgo de Sánchez, que garantiza continuidad de poder en un barco a la deriva rumbo a puerto desconocido. Los socialistas buenos, en todo caso, se encuentran confundidos entre los seguidores de un partido que se aleja de planteamientos socialdemócratas para escarbar en las oportunidades que ofrecen el populismo y los independentistas, empeñados en destruir el Estado que nació de la Transición. Sin embargo, García-Page, en el papel del poli bueno, sigue insistiendo en borrar cualquier evidencia sobre la realidad más deprimente cuando asegura que no habrá privilegios en la financiación para los catalanes y los vascos a cambio de la investidura. No es más, sospecho, que el doble juego que consiste en aplacar a sus paisanos acatando a la vez la asimetría que propone Aragonés a cambio del apoyo a Sánchez y a la que se sumará, como siempre ha ocurrido hasta ahora, el inefable Partido Nacionalista Vasco. Nadie se cree, empezando por el propio García-Page, la ecuanimidad en el trato autonómico y menos aún en la débil posición del presidente en funciones del Gobierno, que espera ser elegido a cambio de conceder privilegios económicos y de otro tipo a los nacionalistas. La única duda está en saber a cuánto ascenderá la factura que tiene que pagar España por investir a Sánchez y hasta dónde alcanzará el agravio comparativo, teniendo en cuenta además que el poder autonómico agraviado es del adversario. Cada vez que el debate gira alrededor de la llamada «España plural» resurge entre los socialistas la idea manoseada del federalismo, sin detenerse a pensar que se trata de un sistema que consagra -la prueba está en Alemania- la igualdad de los derechos y las obligaciones de los estados. No como en la España asimétrica de las autonomías, en la que ERC ya exige un pacto bilateral para financiar Cataluña.

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