Análisis

Las claves del éxito, contra viento y marea, del Canela Party

Analizamos por qué el festival de Torremolinos sigue despuntando y manteniendo la fidelidad de su cada vez más numeroso público

Los vientos huracanados del sábado, que obligaron a parar los conciertos unas horas, demostraron por qué la organización del Canela es de diez

La fiesta más 'canelita en rama' de Málaga: el Canela Party 2023 ya monta el pitote

Confeti, sonrisas y música: así es el Canela Party

Confeti, sonrisas y música: así es el Canela Party / Javier Rosa

Víctor A. Gómez

Víctor A. Gómez

Lo resumió perfectamente el popular tuitero @MALACARASEV pocas horas después de terminar la más reciente edición del Canela Party (transcribo de su andaluz cerrado): «En la vida hay que tener la paciencia para cocinar las cosas con cariño, la sabiduría para saber que contra los elementos no se puede luchar y la valentía de a pesar de todo tirar para adelante. El Canela es lo que pasa cuando la gente buena hace las cosas bien». Analicemos las claves del éxito un festival que es una de la citas cada vez más imprescindibles del verano musical nacional, que se abre paso en el hiperpoblado calendario de citas estivales cada vez más uniformes e intercambiables.

Personalidad

Empecemos precisamente por esto último. Hace unas semanas le leí a Jordi Bianciotto, en 'El Periódico': «La inmensa mayoría de los festivales no van más allá de la colección de giras estacional, solapándose, además, con la genética propia de las fiestas mayores (...) Muchas programaciones podrían hacerse con piloto automático; basta con fijarse en los nombres de moda de la temporada y listos. Ni siquiera hace falta que tengan director artístico, una figura que, a lo mejor, imagínate, tiene ideas propias y extrañas ocurrencias». 

En Canela Party los organizadores son los programadores y también el primer público. De hecho, el proyecto surgió del hambre musical de estos malagueños: en 2007 este grupo de amigos decidió, entre risas y cervezas, que en lugar de trasladarse a otras ciudades para ir a ver los grupos que les gustaban, se los traerían a su ciudad, creando su propio festival. Y en eso siguen. Se nota el cariño y el mimo en la confección de los carteles, la afición por la música. Beto, uno de los creadores del cotarro, suele definir el Canela Party como una iniciativa «algo egoísta»: «Cada año montamos el festival al que querríamos ir». Pero es que resulta que los tipos tienen buen gusto, y amplio y ecléctico, así que no problem.

Asistentes al Canela Party, disfrazados de los protagonistas de 'Los Soprano'

Asistentes al Canela, disfrazados de los protagonistas de 'Los Soprano' / @haztelapon

Mujeres, muchas mujeres

Y en el criterio de los programadores se incluye la búsqueda de la paridad. El cartel del Canela Party no es ni muchísimo menos un campo de nabos. Mucha presencia femenina en grupos, solistas y DJs, lo que, para el que se patea este tipo de citas, no es algo precisamente habitual. ¿Conclusión? Según Pilar Montero, asistente y periodista de Diario Córdoba: «No es que no haya buenas bandas de música formadas por mujeres, es que no las programan».

El público, el espectáculo

Que sí, que buena parte de la singularidad del Canela Party pasa, cómo no, por su día grande, en el que el público y los artistas se disfrazan de lo que les venga en gana. Pilar Montero lo definió a la perfección en su artículo: «Torremolinos se convierte en la meca del moderneo underground con una verbena colorida y descarada. [El día de los disfraces] crea situaciones como que Chiquito de la Calzada baile a ritmo de rock junto a un patito amarillo gigante, o que Ana Obregón en silla de ruedas flirtee con Daniel Sancho. También se pudo ver por allí a Rubiales dando un abrazo demasiado cariñoso a Jenni Hermoso, o incluso al papa generado por inteligencia artificial. Boquerones, ninfas, medusas, Barbie y Ken, Johnny Depp en Miedo y asco en las Vegas, personajes de Wes Anderson...». El público, los asistentes, también son un espectáculo en sí mismo.

Una imagen del Canela Party 2023

Una imagen del Canela Party 2023 / Javier Rosa

Logística

La cosa logística. Quien ha ido al Canela Party suele repetir, también por los altos estándares en la organización del pitote: buen sonido, aforo muy bien controlado, sin aglomeraciones, ni colas interminables para pedir o ir al baño... Además, cuántas convocatorias de este tipo pueden asegurar que todos los trabajadores, tanto artistas como técnicos son contratados y dados de alta en la seguridad social, con la acreditación de una empresa coordinadora de Prevención de Riesgos Laborales? Las fiestas son algo muy serio. 

El sábado todo esto fue testado de manera inmisericorde por una tremenda ventolera huracanada. ¿Qué se hizo? La organización actuó rápida y diligentemente, antes de que ocurriera cualquier desgracia, detuvo el pitote un par de horas, acomodó en locales cercanos a los asistentes y, unas tres horas después, cuando el aire se calmó, de vuelve a la fiesta. Sin quejas, con colas organizadas, tranquilas. Una situación difícil resuelta con profesionalidad y atención humana.  

Esto escribió a la organización Adolfo Díaz, de la banda esteponera Airbag, participante en el pitote y también asistente: «Gracias por no tratar a la gente como a borregos, gracias por las formas, por la preocupación, por intentar escuchar a todo el mundo y actuar lo mejor posible ante una difícil situación. El comportamiento del público fue ejemplar, fue hasta emocionante». Y esto, una de las 200 trabajadoras del Canela, @estenombrenoestadisponiblep: «¡No sabéis lo que es que después de un momento de tanta tensión volvieseis de tan buen rollo! Nos levantasteis el ánimo en un minuto». A veces no parece tan difícil hacer las cosas como hay que hacerlas, ¿verdad?

Crecimiento

Hace años que el Canela Party ya no es una fiesta semiclandestina de colgados armados con confeti y disfraces entre lo cutre y lo sublime que disponen de un local una noche entera para hacer de las suyas. No, ahora tienen un gran espacio en Torremolinos (fueron listos los del Consistorio de allí, no tanto los de la capital, donde empezó a montarse el pitote) y son varias las jornadas de la cita. También se corrió la voz entre los más avezados de Madrid, Barcelona y otras mecas de la modernidad, y ya son fieles de la convocatoria. La pregunta, evidente: ¿Hasta cuánto crecerá el Canela? ¿Un proyecto tan idiosincrático como éste debería redoblar su ambición y cifras sin control alguno, siempre en busca del maximalismo? ¿Qué decirles a los grandes patrocinadores, las grandes marcas que tentarán con sus millones pero también con sus condiciones? No parece lo adecuado para algo como el Canela Party y no parece que lo tengan en sus planes los organizadores, que de esto saben un rato. Saben que si sus asistentes deben esperar más de 10 minutos para hacerse con una cerveza o guardar una cola más o menos infinita para poder usar los baños será el principio de su fin. Y no quieren que la fiesta, la suya y la de todos, termine.  

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