CRÓNICAS DE MARBELLA

Negro sobre blanco

El 14 de septiembre de 1951 se inauguró la Biblioteca Municipal, en la planta baja del Ayuntamiento

Negro sobre blanco

Negro sobre blanco / Francisco Moyano

Francisco Moyano

Francisco Moyano

Durante las primeras décadas del siglo XX el índice de analfabetismo de Marbella y su zona de influencia, era muy elevado, sin desentonar con la situación generalizada en el país.

No faltaban las voces de aquellos que consideraban de máxima importancia el cambio de tendencia, creando infraestructuras elementales que, no solamente se centraban en las escuelas infantiles y de primaria, sino en contar con un instituto de enseñanza media y una biblioteca pública que pusiese a disposición de la población un mínimo número de libros que ayudasen a fomentar la lectura.

Habría que esperar a la década de los años cincuenta para que se experimentase un cambio significativo. Con anterioridad se hace necesario destacar la iniciativa del ciudadano Andrés Mata, quien, en el año 1937, cuando España vivía una Guerra Civil, abrió la primera librería de Marbella, al mismo tiempo papelería y venta de periódicos.

Habría que esperar unas décadas para el surgimiento de otras librerías, como la de Arturo Rivera, en la plaza de la Victoria; Universal, en la plaza de los Naranjos (entonces General Franco); la de Juan Espada y Encarna Cantero; la librería Arte, de Miguel Borrachero, en la calle de igual nombre o la librería Europa, de Antonio Rodríguez Parra, en calle Huerta Chica.

Pero el Ayuntamiento era consciente de la necesidad de contar con una biblioteca pública y, con fecha 22 de marzo de 1948, adopta el acuerdo de crear, en dependencias de la casa consistorial, un centro cultural de esas características.

El proyecto no avanza y permanece en el olvido hasta el 5 de marzo de 1951, cuando la Comisión de Gobierno lo retoma, considerando que la próxima visita a Málaga, anunciada, del director general de Bibliotecas y Archivos, sería el momento adecuado para crear la instalación, de acuerdo con las características aprobadas en 1948. Para ello había que acondicionar diligentemente las dependencias designadas y remitir al presidente de la Diputación Provincial la necesaria documentación para la apertura del correspondiente expediente.

Coincide con que, ese mismo día, aprueban la colocación, en la entrada y salida de la carretera general a su paso por la ciudad, del yugo y las flechas que la Falange había adoptado como emblema, realizando el trabajo el Ayuntamiento por un importe de dos mil cuarenta y cinco pesetas. Seguían las indicaciones recibidas mediante una circular de la Jefatura Provincial del Movimiento.

El asunto de la biblioteca se toma con celeridad, de manera que el 14 de septiembre de 1951, el gobernador provincial, Manuel García del Olmo, visitó Marbella y procedió a la inauguración de la Biblioteca Municipal, instalada en la planta baja del edificio del Ayuntamiento.

Constaba de dos salas de lectura y consulta, donde se colocaron vitrinas que albergaban alrededor de mil volúmenes que habían sido aportados por la Dirección General de Bibliotecas y Museos, mediante gestión de la Diputación Provincial.

Aprovechó el gobernador para inspeccionar las obras del mercado de abastos y la construcción de viviendas modestas, así como la inauguración y puesta en servicio de un local escuela y casa habitación para la maestra, en la avenida de José Antonio.

En el mes de noviembre de ese mismo año, la corporación acuerda nombrar como auxiliar de biblioteca, de forma provisional, a Manuel Zea Jimena, con una gratificación diaria de diez pesetas y con efecto económico a partir del primero de diciembre.

La biblioteca entró en servicio sin demasiada afluencia. Por diferentes motivos, a comienzos de la década de los setenta no se encontraba operativa y los usuarios acudían a la biblioteca del Instituto Laboral y de Bachillerato, en la calle Francisco Norte.

En esa década también se hizo popular la imagen del ‘Bibliobús’, una biblioteca ambulante, dependiente de la Diputación Provincial, y que visitaba la ciudad periódicamente. Al tiempo se habilitó un nuevo recinto en la calle Huerta Chica, en dependencias que había ocupado el mercado de abastos, en la planta superior de la Sala de Exposiciones.

En las décadas siguientes, la biblioteca municipal ha sido itinerante, con no pocas dificultades, hasta haber encontrado un excelente emplazamiento en la actual Biblioteca Central Fernando Alcalá, un auténtico centro cultural con frecuentes y variadas actividades, que responden a conceptos actuales e incluso vanguardistas.