Crónicas de la ciudad

De la plaza del Obispo y la ‘urbanalización’

La situación de esta ‘plaza decorado’ es un síntoma más del proceso de banalización del espacio urbano de Málaga

La plaza del Obispo, esta semana.

La plaza del Obispo, esta semana. / Álex Zea

Alfonso Vázquez

Alfonso Vázquez

Al profesor de Geografía Urbana por la Autónoma de Barcelona, Francesc Muñoz, le debemos el término «urbanalización», acuñado en 2008, cuando todavía el Centro Histórico de Málaga no era el rehabilitado pero fallido cascarón vacío de nuestros días (‘fallido’ en cuanto barrio vivible, no como negocio, cuyo éxito está fuera de toda duda). 

Ya por entonces alertaba este doctor en Geografía del alarmante proceso de mimetización de las ciudades, fagocitadas por el mismo paisaje común, con el fin de atraer al mayor número de turistas o por otras necesidades del rumboso capitalismo. 

Una banalización del espacio urbano que ha convertido en parques temáticos clonados muchos rincones del globo, con las mismas tiendas y una presencia cada vez más escuálida de los comercios tradicionales y lugares distintivos que le daban identidad. 

La plaza de la Constitución esta semana, desde el pub irlandés, antiguo Café Central.

La plaza de la Constitución esta semana, desde el pub irlandés, antiguo Café Central. / Álex Zea

Sin ir más lejos, en la plaza de la Constitución, la sustitución del veterano Café Central -del que surgió la manera de llamar los cafés en Málaga- por el ‘decorado’ de un pub irlandés no es sino el símbolo de este Centro Histórico clonado que cualquier día lo confundiremos con un rincón de Dublín o de Benidorm.

Con Málaga invadida ya por los fondos de inversión, como nos recuerda en un preclaro y reciente artículo Salvador Moreno Peralta, nuestros políticos levantan las manos en señal de que nada pueden hacer ante un movimiento global que les supera.

Pero al mismo tiempo no ponen trabas a que gane terreno la Málaga más banal, azuzando barbaridades urbanísticas disfrazadas de falsos iconos, poniéndose hasta la fecha de perfil ante la preocupante marea de pisos turísticos o ninguneando de forma inmisericorde a los pocos vecinos que aún sobreviven en el Centro.

Sobre este último aspecto, esta semana uno de estos heroicos malagueños del Centro Histórico se lamentaba de la situación en la que se encuentra la plaza más bonita de Málaga, la del Obispo, por la actitud expansiva de alguna terraza, con sillas a un palmo de la hermosísima fuente de Acueducto de San Telmo, pero también por el ruido, la proliferación de músicos callejeros, los malos olores, despedidas de soltero, la suciedad y hasta la presencia de cucarachas en las casas. Los decorados tienen estas cosas. 

El problema no es ya que Málaga sea un ejemplo de libro de ‘urbanalización’ sino que nos haya caído en suerte una clase política demasiado banal, inmovilizada por los focos del éxito, cuando son las mismas luces que, en mitad de la carretera, mantienen paralizados a los ciervos antes del atropello.  

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