Viento fresco

Málaga fracasa

No hay manera de conseguir una capitalidad, una expo, un algo. Hay dos opciones: que les den o persistir

Nueva derrota europea para Málaga, que no será Capital de la Juventud en 2026

Jose María de Loma

Jose María de Loma

Capital de la nada, capital nunca. Fracaso. Málaga. Ni capital cultural europea en 2016, ni Expo 2027, ni Copa América, ni, ahora, Capital de la Juventud 2025. De entre los cincuenta y pico asesores que (solo en alcaldía) tiene el alcalde Francisco de la Torre, hay uno esencial que no ha fichado aún: el que sepa presentar una candidatura. Seducimos menos que un chicle usado. A los jurados.

Somos, bueno, eso se supone, una ciudad de moda. Las condiciones son inmejorables, ya saben, clima, gastronomía, playas, empresas innovadoras, bla, bla. Pero van ya muchos reveses muy seguidos en el tiempo, tres de los gordos. Improvisación tal vez. O falta objetiva de condiciones.

Con todo, hay que tener aspiraciones y, con dos bemoles, pedir unos Juegos Olímpicos. No es ironía, pero que el lector lo tome como quiera. Por qué no, a largo plazo, total, el no ya lo tenemos. Lo tenemos gordo, rotundo, inapelable, castrante, jodido y chillón. No. Nos han dicho no y han elegido a una ciudad noruega que nadie sabe situar en el mapa (Tromso), aunque seguramente todos en Tromso conozcan a alguien que haya estado en Málaga. O en Torremolinos. Algunos van diciendo por ahí que ya somos mejores que Barcelona y va Tromso y nos gana. Decía el otro día en X Fernando J. Pérez, periodista de El País, que Málaga ha de saber aceptarse y no, como acomplejada adolescente, buscar la aprobación fuera, de otros.

Hay mucho de eso. O será que tenemos la mejor ciudad del mundo, donde todo el mundo quiere venir pero no que le organicemos un sarao. Sería como el que tiene una magnífica, grande, confortable y acogedora casa pero es visto como un mal anfitrión. De otro lado está la paradoja: capital de la juventud, con lo complicadete que aquí, en esta ciudad, lo tiene la ídem para alquilar una casa e independizarse. De comprar, ni hablamos, que eso ha quedado para los millonetis de fuera. Que vienen aquí a solazarse pero que no quieren que esto parezca la isla de la Cartuja en el 92. Estamos tardando en decir que a los jurados de estas cosas hay que tratarlos como los constructores de los ochenta o noventa trataban a los concejales de Urbanismo de algunos sitios: esto es, que no les falte de ná, un poquito de jamón al centro y niña ponles otra ronda que ahora les voy a llevar yo a ustedes a un sitio de arte. Hay que tenerlos en Málaga una semana, qué digo una semana, un mes, a cuerpo de rey, a todo lujo y a todo tren, que vomiten Málaga por las esquinas. Con todo, la frustración colectiva por este nuevo revés no parece alta.

No parece siquiera que mucha gente se haya enterado de que optábamos a lo que optábamos, lo cual, ese pasotismo, por mucho que nos vistamos de innovadores, es también una desoladora seña de nuestra identidad. Y ya saben: el carácter es el destino.

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