Dos estilos prenavideños

Caminando de mañana por la ciudad metida en lluvia, al llegar a la plaza oval que rinde culto al militar liberal Evaristo Fernández San Miguel, supuesto autor de la letra del Himno de Riego, el ambiente se mostraba entenebrecido por la escasa luz. De pronto, al cruzar la plaza entre las hileras de tilos de troncos torturados y ramas desnudas, que añadían lobreguez a la imagen, sucedió algo. De muchas de esas ramas brotaban pequeños racimos de hojas, tan verdes que la luz interior que alojaban parecía alumbrar toda la escena, dándole vida. Hago fotos, las mando a mi druida de cabecera, le llamo pidiendo razones de esa aparición tan a destiempo, se ríe y lo imagino encogiéndose de hombros, como diciendo: es lo que ahora hay. Una forma bella y espontánea de celebración navideña, anticipada al encendido de las bombillas que, enroscadas ya en las mismas ramas, aguardaban al botón.

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