360 grados

La entrevista del escándalo con Putin

La decisión de Carlson, que tiene ahora su propio programa en las redes sociales, de entrevistar a Putin levantó un enorme revuelo a ambos lados del Atlántico

Tucker Carlson y Putin.

Tucker Carlson y Putin. / EP

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

Nunca una entrevista se había anunciado con tanta publicidad y nunca provocado tantos celos en la profesión periodística y escándalo en el mundo político antes incluso de ser emitida.

Me refiero a la que mantuvo esta semana el tan famoso como polémico periodista estadounidense Tucker Carlson con el presidente ruso, Vladimir Putin.

Carlson es un periodista que trabajó para Fox News y cuyo programa en esa cadena de televisión conservadora tenía una audiencia de más de cuatro millones, la mayor de EEUU.

Fue despedido el año pasado por la emisora por razones nunca aclaradas del todo - se le acusó de teorías conspiracionistas-, y desde entonces es un claro paladín de la libertad de expresión frente a la censura de la que él y otros acusan a la prensa liberal de su país.

La decisión de Carlson, que tiene ahora su propio programa en las redes sociales, de entrevistar a Putin levantó un enorme revuelo a ambos lados del Atlántico.

Fue tachado de traidor, de ser un quintocolumnista del presidente ruso y de ofrecerle a éste una tribuna donde exponer su propaganda contra Occidente. La propia ex secretaria de Estado Hillary Clinton le calificó, la víspera de la entrevista, de «perro faldero» y de «tonto útil» de Putin.

Corrió incluso el rumor de que la Unión Europea iba a prohibirle entrar en su territorio, un auténtico disparate que Bruselas terminó desmintiendo oficialmente.

Todo ello ocurrió antes incluso de que se supiese qué preguntas iba a hacer Carlson a su entrevistado y cómo respondería éste.

Al final, en las más de dos horas que duró la entrevista y que fue en buena parte un monólogo de Putin sobre la historia de Rusia y su relación con Ucrania, el presidente dejó varias cosas claras: por ejemplo, que no atacará a Polonia ni a Letonia a menos de que estos países ataquen a Rusia.

También que Moscú está dispuesto al diálogo para acabar la guerra de Ucrania, pero que EEUU tiene que dejar de enviar armas al país de Volodímir Zelenski y y convencer a los dirigentes ucranianos para que se sienten a una mesa de negociaciones, a lo que hasta ahora se niegan

Recordó asimismo que en Estambul pudo llegarse en la primavera de 2022 a un acuerdo entre Ucrania y Rusia para poner fin a las hostilidades y acusó a Occidente de haberlo torpeado tan pronto como las tropas rusas se retiraron de Kiev a petición de París y Berlín y como gesto de buena voluntad.

Y se preguntó, en sintonía con el Partido Republicano de EEUU, por qué Washington tiene tanto interés en que continúe la guerra de Ucrania con los graves problemas de inmigración que tiene en su propia frontera con México.

Carlson acusó directamente a la CIA de la voladura de los gasoductos germanorrusos del Báltico y expresó su estupor por el hecho de que Alemania se esté infligiendo un daño enorme al renunciar al gas barato ruso para comprar a otros países el licuado, mucho más caro.

Carlson se interesó a su vez por la suerte del periodista Evan Gershkovich, del Wall Street Journal, detenido en Rusia y acusado de espionaje, y preguntó a Putin por qué no le ponía en libertad como gesto de buena voluntad.

A lo que el presidente ruso respondió que su buena voluntad se había agotado ante la falta de reciprocidad de Occidente. Al final, la entrevista del escándalo no fue para tanto.

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