Opinión | Viento fresco

Semana Santa de pago en Málaga

Añora uno otras costumbres. Sin descartar que esa añoranza sea una tara mental

Público en Semana Santa.

Público en Semana Santa. / L. O.

Ya está todo listo para que casi nadie vea la Semana Santa. O podríamos escribir también que ya está casi todo listo para que nadie vea la Semana Santa.

Pantallones en la Alameda y Molina Lario, en la plaza de la Constitución y en tanto sitios. Pantallones que ríete tú del muro de Berlín. Venga, ríete. Jaja.

Sillas, de pago, en muchas calles y en los lugares más inverosímiles, uséase, imposibles. Privatización del espacio público. Espectáculo para pudientes, cofrades, militantes, turistas, curiosos con ganas de pagar para engordar sus tesis antropológicas y hasta para algún malagueño no hermano mediano ni pequeño ni mayor. Está bien que todo sea así y que las cofradías recauden y que la gente esté cómoda, o no, no sé.

Lo que yo quería es que este artículo rezumara añoranza de un tiempo en el que uno daba un garbeo y se topaba un trono. Tiempos en los que acompañabas a un primo de Cuenca y lo llevabas a ver algo, entrever, entre el gentío, en el Centro. Era un alegre deambular gratuito. Bullicioso, pero no tan asfixiante. Ni vedado. Ahora todo es de pago y a lo mejor hasta los primos son de pago y hay que pagarle a un primo nativo para no hacer el primo y que te lleve de procesiones.

La lluvia no es de pago pero aunque todo el mundo la desea, ahora nadie la quiere. En Semana Santa.

Uno no sabe lo que quiere tampoco, si acaso un pelín menos de gente (el alfiler cabe, pero no hace falta que venga y que estemos tan apretados). Tampoco estaría mal una moderación en los precios (5,70 euros por mitad doble y pitufo en el Café Madrid el otro día) e incluso que más zonas del recorrido fueran de acceso libre. El negocio va a más. Cada vez se alquilan más balcones en el Centro, normalmente a 150 trompos por persona y día. No sabemos si incluye refrigerio o audioguía o a un cofrade engominado explicándolo todo a los balconeros o balconistas. Cambian los tiempos y tal vez, sin generalizar, no siempre para bien. Disfruten de la Semana Santa.