Tras el tránsito de una semana sin tregua en el Teatro Alameda, los grupos de canto de nuestra fiesta empezaron a disfrutar del premio de estar en el escenario del Cervantes en unas semifinales iluminadas por una luna llena de atrevimiento, denuncia, guasa y ganas de disfrutar de otra cara, de otra realidad. El Carnaval de nuestra ciudad se levantó temprano este año y con bastante tiempo todo ha estado preparado para este enero disfrazado de febrero adelantado. Durante el otoño las mejores voces de nuestros grupos han aceptado retos, al estilo de los numerosos concurso de televisión, en distintas salas y bares de la ciudad haciendo el mensaje más asequible a los oídos profanos y sacando músculo para futuras batallas. El disfraz cuando sale a la calle le viene grande a algunos que dicen ser el príncipe de la Caleta y cuya realidad le da apenas para ser el que le lava la ropa sucia a una Pepi a la que le falta constitución. Tenemos un Carnaval más presente, más mediático; sin embargo, algunos, aunque utilicen mil nombres, no saben cómo sacar provecho a su ambición desmedida y una verborrea vacía de contenido lógico que no pasa ninguna frontera mas allá del arroyo Jaboneros.

Los niños abrieron la sesión. La murga infantil sigue teniendo una directora incansable, Paqui Prieto, con una trayectoria carnavalera cuya recompensa es ver a la cantera alborotar el patio de butacas con cariño y ternura.

Ya en concurso, el telón se abrió y un trozo de la Málaga antigua se hizo personaje en el recuerdo del Lengua. Aquel familiar vagabundo de mirada perdida que tanto miedo nos daba a los niños de entonces, fue la acertada idea del veteranísimo Antonio León para el que el ritmo, la voz y el 3x4, la crítica y la guasa fueran los ingredientes para emocionar y divertir a la vez. Los banqueros y el recuerdo a carnavaleros que se fueron, el flamenco y los ritmos locales fueron sus bazas para estar el viernes en una nueva final que ya se adivina en los suspiros de algunos.

Los Parientes de Zumaquero usaron la banda sonora de unos grandes éxitos de Los Chichos hecha carnaval con Benjamín Pastor El Benji invitándonos a un espeto con música y arenita de Sacaba Beach. El típico artista callejero de guitarra desafinada y voz ronca, de barba descuida y dentadura deficiente que siempre te rumbea en el oído. Ésa es la propuesta de la conocida murga de San Andrés. Siguen creciendo en gracia y desparpajo sin renunciar a su particular ADN que les lleva a la escatología que les ha seguido prácticamente desde que eran niños. Mejores que nunca sin dejar de ser ellos mismos.

La donjuanesca y colorista apuesta de Los Gallegos tomó un escenario sin el cual la historia de esta familia no sería la misma. Más de 30 años en un carnaval de notas y filigranas musicales labradas en muchas noches de ensayo; son copleros con conciencia civil que ríen y emocionan sin dejar de lado la sociedad de desahucios que nos ha tocado vivir. Aquí son Los Seductores de bar y elegancia manifiesta con Málaga como objetivo último del corazón con una destacada y joven base rítmica y una conjunción de voces a prueba de veladas sin fin.

Tras el descanso llegó El Doctor Amor. Estos facultativos tienen recetas magistrales para encontrar una pareja; bueno, una o dos o tres. Dirigida por el doctor Pedro Vera, especialista en amorología con el color rojo como bandera, es una murga bien cantada que gusta por su fácil asimilación y su falta de contraindicaciones. El año de descanso los ha colocado un poco faltos de forma pero lo suplen con ingenio en cuartetas de primer orden de recomendada y reiterada posología que llevan al paciente a ser dado de alta en la final.

Todos necesitamos un ángel de la guarda de comparsa, El Guardián, que nos marque, de cierta manera, un camino a la gloria. Bien nos vendría a muchos malagueños uno de esos ángeles que nos quite ciertos prejuicios con respecto al Carnaval de la ciudad que siempre piropea David Santiago. Un ángel con la humildad por delante que entiende la liturgia de ver el mundo convulso desde su visión de juglar urbano sin perder la sonrisa y que abre puertas por la que se ve cierta salida, cierta luz al final del túnel. Su catequesis nos lleva a un padrenuestro, cantado y adaptado en clave de carnaval, que nos acerca a un mundo que tiene la esperanza de ser mas justo.

Kike Pedrosa y su murga El Verano Es Mío tienen en la calle su sitio natural; allí sus actuaciones son shows. Los chiringuitos, las camisas hawaianas y los pantalones blancos del Capitán Stubing, el de Vacaciones en el mar, componen un fresco delirante como invitación a la participación colectiva. Fieles a su estilo directo y sin tapujos y con la vuelta de Miguel Ángel Vega El Chorli, feliz de incorporar a sus hijos a la fiesta de la que fue pionero.

En resumidas cuentas, una gran semifinal la primera. Buen comienzo para un teatro con el cartel de no hay billetes con más televisiones y más medios digitales pero sin ninguna radio legal que facilite que el público pueda sintonizar con el Carnaval.