El Domingo de Ramos malagueño es especial. Muchas familias se levantan temprano, arreglan a sus hijos y se trasladan al Centro para seguir a Nuestro Padre Jesús a su Entrada en Jerusalén y a la Virgen del Amparo. Málaga se convierte en una Jerusalén en el extremo más occidental del Mediterráneo y las palmas y olivos anuncian lo que ha de venir. Ya por la tarde, la Pasión se precipita en una sucesión dramática de acontecimientos que las cofradías malagueñas retratan en sus tronos con especial fidelidad.

Palmas y olivos

En el corazón de la calle Parras, a las 9.40 horas de la mañana, la cofradía de la Pollinica se hace a la calle y miles de nazarenitos preceden al Señor a su Entrada en Jerusalén. Esta hermandad es la primera de las agrupadas que procesionan. Tras el Cristo, que bendice al pueblo, la Virgen del Amparo, la única de toda la Semana Santa que esboza una tímida sonrisa. Este año, el trono del Señor procesiona con las cuatro cartelas, obra de Navarro Arteaga, totalmente terminadas.

Poco después, de las entrañas de San Juan, la Virgen niña, la Reina de Lágrimas y Favores, se hace a la calle y la estética se sublima ante la bellísima mecida que le imprimen sus portadores al trono que, por cierto, este año estrena una mesa ejecutada en los talleres de Juan Angulo (Lucena, Córdoba) y los varales telescópicos. A media mañana el Centro es ya un hervidero de gente a la espera de que el Señor de Humildad y Paciencia y la Virgen de Dolores y Esperanza lleguen al recorrido oficial, por segundo año consecutivo desde que esta hermandad se agrupase en 2015. Una cofradía que tiene a todo un barrio detrás, lo que se ve en la salida (Reboul, 13.15 horas). A las 16.35 horas, la cruz guía de la corporación carmelita estará a las puertas de la Alameda. Pero pasados cinco minutos de las dos de la tarde son el Señor de la Humildad y la Virgen de la Merced, en el corazón de la Victoria, su Santuario, los que reclaman un hueco en la tarde del Domingo de Ramos. El Señor es mostrado al pueblo (Ecce Homo) y Poncio Pilatos pone al nazareno a los pies de los caballos. En este grupo de misterio, el dramatismo alcanza proporciones hercúleas y las caras muestran la tensión del momento. Sólo Jesús, solo ante su destino, mira hacia abajo entregado por los hombres. Este año, el Señor estrena la restauración de sus potencias (del joyero Manuel Valera).

Nuestro Padre Jesús de la Soledad es negado por San Pedro y dos romanos lo escoltan. Capuchinos, al filo de las tres de la tarde, acompaña también a la Virgen del Dulce Nombre, que este año estrena la gloria del palio. Una hora después, desde San Felipe Neri, la Santa Mujer Verónica enjuga el rostro del Nazareno de la Salutación (este año ha sido realizado el lienzo por Agustín Soler).

En el Perchel, corazón de la Semana Santa, a las 16.30 horas, el Señor del Huerto suplica por nosotros y la Virgen de la Concepción lo acompaña en su oración solitaria por la Humanidad. Este año, hay un nuevo itinerario de regreso, incorporando el Puente de la Aurora y Mármoles casi al final del recorrido. En calle Trinidad, a eso de las seis y media, el Cristo de la Esperanza en su Gran Amor (con un trono recién dorado) y la Virgen de la Salud reciben el abrazo de sus fieles y en El Ejido, Jesús del Prendimiento y la Virgen del Gran Perdón (que estrena arbotantes) se presentan ante Málaga a las cuatro y media de la tarde, una ciudad con la que se fundirán en Dos Aceras al filo de la medianoche.