La archicofradía de la Esperanza no pudo contra la lluvia y volvió a quedarse sin salir ayer. Ya por la mañana, su secretario, Manolo Bueno, con cara de circunstancia reconocía que los partes eran muy malos: a partir de la medianoche, había un 85% de posibilidades de lluvia. Durante toda la tarde, el agua se quedó en casa, pero a la hora de la salida, las once de la noche, el mismo aguacero que sorprendió a Viñeros en la calle Méndez Núñez hizo que la comisión de agua se decantara por no salir. Dos años sin la archicofradía en la calle son demasiados para Málaga, pues ya en 2011 las fuertes lluvias le impidieron procesionar. El albacea, Javier Salmerón, aseguraba a quien quisiera escucharle en la mañana del Jueves Santo que él iba a organizar la procesión como siempre. Después, Dios diría... Y vaya si lo dijo: no.

Un camión con 3.500 kilos de romero estaba preparado para regar de esta especia las calles de Málaga haciendo honor al título popular que distingue a la Virgen de la Esperanza, la Reina del Romero. Ya a media mañana, mientras los legionarios llegaban a Santo Domingo, en la Esperanza empezaban a desmontar el museo para organizar la procesión.

Este año, la cofradía del Paso y la Esperanza estrenaba la mesa del trono de la dolorosa, 18 equipos de nazareno y la sección completa del lignum crucis. La mayor parte de estos estrenos se previeron para 2011, pero la lluvia destrozó las ilusiones de la hermandad más popular del Jueves Santo malagueño. O, por lo menos, una de las más queridas. Por segundo año consecutivo, los estrenos deberán permanecer en casa.

Al filo de las nueve de la noche se reunió la comisión permanente y, con los partes de última hora, sensiblemente mejores, decidieron poner la procesión en la calle: desde la medianoche, el riesgo de lluvia había descendido desde el 85% inicialmente previsto hasta el 55. Sin embargo, todo se torció a la hora de la salida. Lágrimas y caras largas fueron la tónica en la casa hermandad.

La corporación perchelera debía haber puesto ayer a 1.800 hermanos en la calle, entre ellos 700 nazarenos, pero el agua ha vuelto a jugar una mala pasada a la corporación nazarena del Perchel. Su inmenso y rico patrimonio merece una decisión así, por más que les pese a los de siempre. Que los hay.