(Málaga) Caen los primeros copos en una noche de frío intenso. Una cuna de hierro, un pijama rosa. Ya viene mi madre a taparme, ¡qué calentica! Me despierto con el alboroto de mis seis hermanos y descubro una caja de cartón que guarda un muñeco vestido de azul.

Vivíamos en un barrio en las afueras, pero a la vez cerca del centro de la ciudad. Allí viví hasta los cinco años, la edad más decisiva de la vida, ésa en la que las emociones se implantan.

Recuerdo ir de la mano de mi hermano al carrito de golosinas de Enrique. Recuerdo aquel chicle Bazooka redondo de tres pisos, su platina envolvente, su olor a fresa o vainilla y las historietas de Bazooka Joe que venían dentro. Recuerdo haber recordado todo esto antes. Si me preguntas, para mí sólo hay y habrá una Navidad, aquélla que forma mis recuerdos de infancia al mezclarse entre ellos.