Con prácticamente todo el mundo de vacaciones, el calor sigue siendo el gran protagonista. Y con los baños, pueden aparecer algunas reacciones alérgicas que las piscinas de cloro provocan en los más pequeños. 

El cloro es una sustancia que se utiliza para desinfectar el agua, como las piscinas o en los suministros de agua potable, ya que tiene propiedades oxidativas y la capacidad de eliminar agentes patógenos que viven en ella. 

Pero es precisamente esta capacidad de higienizar lo que provoca que sea un compuesto bastante irritante y que actúa como desencadenante de reacciones alérgicas. 

Sus efectos pueden hacerse notar tanto en las vías respiratorias como en la piel, bien porque haya demasiada cantidad de cloro a la piscina, porque el niño pase mucho tiempo en contacto con el agua o bien por la propia sensibilidad cutánea. 

“En general, los niños son siempre los más afectados, puesto que se pasan mucho rato en el agua y, además, tienen la piel más delicada y sensible que un adulto”, explican desde la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP).

El cloro es un compuesto bastante irritante y que actúa como desencadenante de reacciones alérgicas. Wirestock. FREEPIK

¿Qué efectos tiene el cloro en la piel del niño?

Tanto el cloro, como los contaminantes introducidos en el agua por los propios bañistas (sudor, restos de cremas, perfumes, saliva, piel muerta, etc.) pueden ejercer un efecto irritante en la piel de los más pequeños. 

Una de las principales consecuencias de esta irritación es la aparición de eccemas. En concreto, “suele tratarse de un eccema flexural, es decir, aparece en las zonas de la piel que tiene pliegues”, explican los pediatras de la SEICAP. 

Detrás de las rodillas, delante del codo, en la zona de la ingle, en las axilas, en los pliegues del cuello o de los párpados, y en las mujeres también debajo del pecho, son las zonas más afectadas por este tipo de eccemas.

La reacción no es igual en todas las partes del cuerpo, hay determinadas zonas más sensibles y proclives a sufrir estas irritaciones. Una de las zonas especialmente sensibles es la córnea de los ojos. Normalmente se enrojece al contacto con el cloro y denota que se está produciendo una irritación. 

¿Qué hacer ante una reacción o irritación por el cloro?

Pues la forma de actuar ante estas reacciones al cloro, sean alérgicas o no, es distinta según qué zona del cuerpo se vea dañada. 

En el caso de sufrir síntomas respiratorios asociados a la exposición al agua clorada, los expertos indican que lo más recomendable “será seguir el tratamiento pautado por el pediatra alergólogo en niños que ya estén diagnosticados de asma y rinitis alérgica”.

“Si no consta que el niño tenga ningún tipo de alergia y aparecen problemas respiratorios tras el baño en la piscina, es conveniente consultar con el pediatra para valorar cada caso”, añaden.

En cuanto a la irritación de los ojos, debe hacerse forma inmediata para aliviar las molestias del pequeño. “Si el niño tiene pautada una medicación de rescate por su pediatra alergólogo, que normalmente suelen ser antihistamínicos, por vía oral o colirio, se le administrará a la mayor brevedad posible. Además, puede ser útil el uso de compresas frías para aliviar el picor, así como los lavados con suero fisiológico”.

Por último, en cuanto a las lesiones en la piel, como los eccemas, pueden ser los antihistamínicos por vía oral para el picor. Además, es importante aplicar cremas hidratantes para restaurar la piel.

La ducha antes y después de nada es esencial para prevenir las irritaciones y alergias.

Recomendaciones para prevenir la alergia al cloro

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Aunque las jornadas de baños veraniegos tienen los días contados, son muchos los niños que durante el curso escolar acuden a piscinas como actividad extraescolar, por eso desde SEICAP facilitan una serie de recomendaciones para evitar los problemas derivados del cloro en los niños, también durante el invierno: 

  • Aplicar al niño una crema hidratante antes y después de estar en contacto con el cloro.
  • Ducharse antes y después del baño. Esto es esencial puesto que hay que conseguir que la piel entre lo más limpia posible al agua de la piscina y también deben quitarse los restos de cloro y otros agentes al salir.
  • Evitar, siempre que sea posible, los baños prolongados.
  • Usar gafas para nadar. Así se reducen las probabilidades de que los ojos estén en contacto directo con el cloro.