Semana Santa de Málaga 2024

Prendimiento y Huerto apostaron por salir... y llovió

La lluvia frustró las intenciones del Prendimiento y del Huerto de realizar su salida procesional del Domingo de Ramos, cayendo una lluvia muy intensa desde las 19.00 horas, cuando las dos estaban en la calle

El Prendimiento y el Huerto decidieron salir y desafiar las previsiones de lluvia. Seis cofradías ya habían suspendido sus salidas, pero parecía que había un hueco para salir a la calle y librarse de la lluvia que había dejado en casa a otras seis cofradías. Pero llovió. Pasadas las siete de la tarde, con el Prendimiento llevando una hora y media en la calle y el Huerto, apenas 20 minutos. A partir de ahí empezó el caos y las prisas. Lo que empezó con una llovizna acabó una hora más tarde en un chubasco intenso.

Prendimiento

De la ilusión a la preocupación. De la valentía al miedo. De salir mirando al cielo a volver con los ojos empañados. Los hermanos del Prendimiento han vivido un carrusel de emociones en este Domingo de Ramos, en el que fueron los primeros en romper la unidad de las cofradías de la tarde y anunciar que salían. Con un itinerario limitado y con varias alternativas para recortar el recorrido, la cofradía se echó a la calle.

La salida no fue la de los grandes momentos, fue incluso mayor. La gran cantidad de gente que había en la calle San Millán, ante la falta de otras hermandades en la calle, era espectacular. Los tronos del Señor y de la Virgen del Gran Poder no podían ponerse en paralelo a la salida, como suelen hacer habitualmente, con las calles llenas de público. Había ilusión y ganas de hacerlo bien: "vamos a disfrutar", aseguraba el hermano mayor, Juan Manuel Gutiérrez en el momento de salir, al tiempo que aseguraba que la previsión de lluvia se retrasaba hasta las 22.30 horas.

Capuchinos se echó a la calle para recibir a sus titulares. Porque Capuchinos y el Prendimiento son uno y eso se vio este Domingo de Ramos, porque no le faltó compañía al Señor del Prendimiento ni a la Virgen del Gran Perdón en ningún momento del recorrido.

El recorrido se hizo entre multitudes a cada lado del cortejo. Ordenado, numeroso y espléndido. Todo iba en orden. Hasta que se llegó a Ollerías. Entraba el cortejo en esta calle y, al poco, se empezó a notar que los nazarenos iban más rápido. Los mayordomos iban y venían mandando mensajes con las campanas. Los tirones eran más largos y, las paradas, más cortas. Habían avisado de que se esperaba lluvia a partir de las 19.00 horas. Eran las 18.48 horas y el cortejo del Prendimiento empezaba a salir de Ollerías y torcía hacia Dos Aceras, en vez de seguir recto a Tejón y Rodríguez, como preveía inicialmente. A las 19.03 horas se empezaron a notar las primeras gotas. Muy tímidas. Había claros en algunas partes del cielo, pero una masa de nubes iba cubriendo rápidamente el cielo. Empezó a llover. Primero tímidamente, pero lo suficiente para empezar a hacer tramos largos, aunque las curvas se seguían dando al paso que marcaban las marchas.

Hubo un momento de falso alivio cuando la lluvia amainó y se quedó en un chispeo. Entraron en Dos Aceras con la marcha ‘Lágrimas de Cristo’. Muy lentos. Llegaron a la altura de la casa hermandad de la Sangre, donde los estaban esperando, y el trono del Señor se levantó a pulso. Fue el último momento de cierto respiro. A partir de ahí empezó a llover cada vez más, hasta que la subida a la cuesta de Carrión se hizo bajo un manto de agua, con el Señor ya cubierto con un plástico y los cargos de procesión con los escapularios del revés para proteger el bordado. Apenas hubo parones cuando llegaron a San Millán. Ya no llovía, diluviaba, y el trono avanzaba a tambor sin apenas descanso. La Virgen del Gran Perdón le seguía a toda la velocidad que podían sus portadores, en un esfuerzo considerable para llegar lo antes posible. Los nazarenos fueron retirados en San Millán. El trono del Señor entró sin pausa en la casa hermandad y cinco minutos después lo hizo la Virgen. El Prendimiento salió, sí, pero en estos días habrá que ver a qué coste.

Mención aparte merecen las bandas que acompañaron a los tronos, la Agrupación Musical “Virgen de Gracia”, de Archidona, con el trono del Señor y la Banda de música de la Soledad Coronada, de la Congregación de Mena, con el trono de la Virgen del Gran Perdón. Fueron dos formaciones que aguantaron estoicamente la lluvia, tocaron y acompañaron a los tronos pese a lo que les cayó y el riesgo para instrumentos y la propia integridad de los músicos. La decisión del Prendimiento de salir les arrastró también a ellos, que cumplieron de forma sobrada y generosa.

Huerto

Si hay una decisión difícil de tomar en una cofradía, la que ocupa ese primer puesto siempre es suspender una procesión. Las ilusiones de tantos meses se ponen en juego en apenas un instante, en cuanto el tiempo avisa de sus intenciones. Pero, pese a que las ilusiones puedan vencer, muchas veces la sensatez debe imponerse. En el caso de la archicofradía del Huerto cabía esperar una suspensión a tiempo.

Llegadas las seis de la tarde, la hermandad anunciaba que saldría en procesión, generando júbilo entre el público que esperaba en el rincón de El Perchel. La procesión se ponía en la calle veinte minutos más tarde mientras las nubes amenazaban oscuridad. El cortejo comenzó a andar en dirección a la iglesia de Santo Domingo y, cuando las primeras gotas cayeron, la sección de la Virgen de la Concepción estaba desplegada ante la casa hermandad de la Estrella.

Ahí todo cambió. Mientras el Señor Orando en el Huerto se encontraba a la altura de la capilla de Dolores del Puente, las gotas empezaban a ser cada vez más intensas. El plástico y la escalera para acceder al trono estaban a la espera de una orden, pero otra llegó antes: la sección del Señor de Fernando Ortiz se volvería por la calle Cerrojo.

Y pese a que las intenciones fueron buenas, las dificultades aumentaron. En primer lugar, por la extraña decisión de dar la vuelta completa en vez de retranquear el trono y retroceder sus pasos. En segundo, por un cable que en calle Cerrojo obligó a detener el trono unos minutos mientras la lluvia arrecía -ahí se cubrió al Señor y al ángel, por fin- porque las dimensiones del olivo eran superiores. Y, en situaciones como esta, el nerviosismo es el peor enemigo.

Con celeridad continuó el cortejo hacia la casa hermandad cuando el chubasco era tormentoso. Las túnicas, empapadas. El cortejo, disuelto. El público, lejos de ser diligente, dificultó aún más la tranquilidad pidiendo estampitas como si fuese un tesoro digno de ser asaltado. Un encierro deslucido por completo, al encarar el trono directamente la casa hermandad para dejar al Señor del Huerto mirando a la pared.

Lejos de dejar todo en una visión negativa, se agradeció el trabajo unánime de los hermanos para que el cortejo se refugiase pronto en el salón de tronos y en los salones de la cofradía de la Estrella. Invita a la reflexión, eso sí, que su Hermano Mayor dijese en las ondas que todo estuvo en orden y que contaban con un hueco de tres horas sin lluvia para una procesión con ocho horas en la calle.