Europa Press. Palma de Mallorca

La policía ha esclarecido el homicidio de la granadina María Dolores Santiago Palenzuela en Palma de Mallorca 30 años después de su muerte, después de que en junio se hallasen unos restos humanos en el sótano del hotel en el que trabajaba la víctima.

Según informó ayer la Dirección General de la Policía, las pesquisas determinaron que el presunto autor del homicidio fue el amante de la mujer, un compañero suyo del hotel que estaba casado y que no ha sido detenido al tratarse de un delito penalmente prescrito.

Los hechos se remontan al 11 de enero de 1977, día en el que Palenzuela fue presuntamente asesinada después de comunicarle a su amante que pensaba abandonarle porque él no dejaba a su esposa.

Se cree que esa noche, los dos amantes se citaron en un último encuentro y el hombre la asesinó. Después del crimen, el presunto autor enterró y emparedó el cadáver de Palenzuela en un sótano situado bajo la lavandería del hotel Augusta, en la que ambos trabajaban. A esa planta, diáfana y rodeada por jardines, sólo el compañero de Palenzuela y algún otro colaborador del presunto homicida en labores de mantenimiento tenían acceso.

Pruebas antropométricas. Tras el descubrimiento de los restos de Palenzuela, agentes del Grupo de Homicidios de Baleares reiniciaron las pesquisas. Para ello, desenterraron por capas el esqueleto y lo reconstruyeron, fotografiaron la ropa y el reloj de la víctima y, seguidamente, la Comisaría General de Policía Científica realizó los estudios antropométricos, que determinaron que se trataba de una mujer blanca, de 1,50 metros de estatura y unos 50 años, y los análisis del ADN para identificar el cuerpo.

Las primeras investigaciones determinaron que los restos óseos encontrados pertenecían a una persona que había sufrido una muerte violenta, ya que el cadáver se halló oculto en un lugar inaccesible, enterrado en una posición encogida, por lo que se descartó la muerte accidental. En los restos óseos se observaron fracturas en costillas y cráneo, que pudieron ser producidas bien por brutales golpes o por algún tipo de arma.

El siguiente paso fue relacionar estos datos con la desaparición del hotel Augusta de una trabajadora, denunciada por un sobrino. Comprobada la coincidencia de los rasgos antropométricos y edad con los de la denunciada, se realizaron los trámites para localizar y contactar en distintos puntos de la Península y Menorca a familiares de la víctima. Tras recibir la confirmación por parte de la Comisaría General de Policía Científica de que el cadáver pertenecía a María Dolores Santiago Palenzuela, se remitió a la Autoridad Judicial y al Ministerio Fiscal el atestado, instituciones que señalaron que, por el tiempo transcurrido, los hechos han prescrito penalmente.

La familia de la víctima ha manifestado su agradecimiento por el trabajo policial que ha permitido resolver el caso. Según la policía, estos allegados consideran que este esfuerzo no ha sido en vano ya que Palenzuela "por fin podrá descansar en paz y recibir sepultura".

A finales del año 70 una sobrina de María Dolores Santiago Palenzuela comenzó a trabajar para la cadena hostelera e intermedió en la colocación de su tía, soltera.

En marzo de 1972, María Dolores inició su actividad laboral en el establecimiento trabajando en la lavandería, que se encontraba situada junto al hotel Augusta. En el mismo lugar prestaba sus servicios un hombre con el que entabló una amistad íntima y que, posteriormente, se convirtió en su amante.

Al lograr cierta estabilidad, la víctima trató de persuadir a su amante de que abandonase a su esposa o, en caso contrario, pondría fin a la relación, a lo que su amigo se opuso. Unos días antes de su desaparición, María Dolores habló con su sobrino, manifestando su deseo de regresar a Granada y abandonar a su amante.

El crimen. El 10 de enero del 77, ante las amenazas continuas de su amante de hacer una locura si lo dejaba o se lo decía a su esposa, su sobrina le propuso que fuera a vivir a su domicilio, en Santa Ponsa.

Entre las 22.00 y las 11.00 horas del día siguiente se produjo el presunto homicidio de Dolores, ya que cuando el marido de su sobrina fue a localizarla no se encontraba en el hotel Majórica, en el que residía, ni nadie le dio una explicación lógica sobre su ausencia. En su habitación se encontraron sus enseres, dinero y demás objetos perfectamente ordenados, tal y como ella los tenía habitualmente.

Los indicios racionales apuntan que esa misma noche se citó nuevamente con su amante y tuvieron lugar, presumiblemente, los hechos que desencadenaron la muerte de María Dolores. Fue enterrada y emparedada en el lugar donde fue hallado el cadáver. A partir de esa fecha, el compañero sentimental comenzó a comportarse de forma extraña y huraña, eludiendo a los familiares de la víctima. El marido de la sobrina de Dolores acudió a él preguntándole si podía aportar algún dato para localizar a la desaparecida. El individuo respondió de forma violenta y agresiva profiriendo todo tipo de amenazas, por lo que aconsejó a su familia que no fuese a hablar con él por miedo a represalias. Desde ese momento no se tuvieron más noticias de la desaparecida.